La “nacionalización” del litio.
A finales de abril de este año la Cámara de Diputados aprobó la iniciativa presidencial de reformar algunos artículos de la Ley Minera para “nacionalizar” el litio y así el estado sea quien dirija los proyectos para explotar este metal blando en beneficio de la economía y el desarrollo nacional.
Con la aprobación de esta iniciativa, será el estado mexicano el único responsable de la exploración, explotación y aprovechamiento del litio mediante una empresa estatal descentralizada -como Pemex con el petróleo-, impidiendo que intereses privados accedan a este “mineral estratégico”.
Si bien el propio Andrés Manuel López Obrador aseguró de manera literal que el litio “se nacionalizó” con esta estrategia, lo cierto es que el término podría no ser muy preciso, ya que se trata más de una “soberanización” sobre los recursos naturales.
Algunos analistas han apuntado bien respecto a que no se puede nacionalizar algo que no está todavía en nuestras manos; es decir, no se llevó a cabo una nacionalización en sentido estricto, como quitar de manos extranjeras y privadas algún activo, como sí ocurrió con la nacionalización del petróleo durante el gobierno de Lázaro Cárdenas.
En México hay actualmente 36 proyectos mineros de capital extranjero para la extracción del litio, controlados por diez empresas. El más grande -en Sonora- está en manos de Bacanora Lithium, una empresa de origen anglocanadiense pero que fue comprada por Gangfeng, de origen chino, y cuyos contratos ahora tendrán que ser revisados.
Son más de 97 mil hectáreas entregadas en concesión para esta minería, pero hay más de 530 mil que estaban en trámites y que podrían quedar en el aire con las modificaciones a la Ley Minera.
El futuro de la industria del litio.
El litio es una materia prima clave para las nuevas tecnologías, utilizado en la fabricación de baterías para múltiples dispositivos. Es considerado como “el petróleo del siglo XXI”, y por eso juega un papel determinante para la transición energética, de ahí que los países con reservas quieran asegurarse de su explotación.
La demanda por el litio se ha disparado llevando a su apreciación hasta un 70% tan solo en lo que va de 2022, lo que habla de su importancia y la valía que tiene para todas las industrias eléctricas, de transporte, comunicaciones y tecnología.
Sabiendo esto, las mineras internacionales se están saboreando las reservas que existen en países latinoamericanos, y buscan ya controlar el futuro de esta industria.
Ante esto, debemos recordar que estas mineras en México han explotado las riquezas del país, demostrando ser bastante abusivas con los empleados y negligentes cuando se trata de la mitigación de los daños al medio ambiente, por lo cual muchos expertos y líderes de opinión consideraron un buen paso el “nacionalizar” el litio; aunque aclaran que deberán existir reglas claras para la operación de las cadenas de valor necesarias para la explotación del litio por parte del estado.
Es cierto que no hay tecnología ni know-how en México para la explotación del litio, como no las hubo por muchos años para el caso del petróleo. El desafío es combatir la corrupción y procurar una operación con altos estándares para la explotación del litio y que sea de beneficio real para los mexicanos.
De entrada, hay una lucha por el litio, con un manejo de información a modo de acuerdo con quién esté haciendo la apuesta. “El litio es el gran vellocino de oro blanco que se disputan dos grandes polos de poder representados por Estados Unidos y China”, de acuerdo con el analista geopolítico Alfredo Jalife-Rahme.
China y EU quieren el litio latinoamericano.
Con la importancia estratégica del litio en la industria y su estimación al alza, en medio de la peor inflación en décadas que atraviesa Estados Unidos, el panorama para las economías latinoamericanas que tienen reservas de litio debe analizarse con detenimiento.
Cada país tiene que revisar quién puede invertir para desarrollar las reservas de litio porque si un país tiene reservas y se las entrega a China -como puede ser México- jamás prosperaría la producción puesto que Estados Unidos no dejaría que esto ocurra.
El ejemplo de Bolivia, que es la primera reserva mundial, demuestra que una cosa es la producción, otra las reservas, y otras las reservas potenciales que en realidad son estimaciones, de las cuales cada país y organismo regulador generan sus propias taxonomías al respecto.
Bolivia, Argentina, Chile y México son los países latinoamericanos que cuentan con importantes reservas de litio, y cada uno deberá buscar las mejores políticas económicas adecuadas para lidiar con el asedio de las potencias internacionales sobre este valioso recurso.
En lugar de imponer sus ritmos a otros países, cada uno debe respetar sus dinámicas internas porque no solamente se trata de extraer o tener reservas, sino de tener estabilidad política y gobernabilidad; cosa que en estos momentos no está ocurriendo en países como Perú y Argentina, que no tienen la estabilidad adecuada.
¿Con qué recursos se extraerá el litio? Los bancos internacionales quizá no estén muy contentos con darle préstamos a economías endeudadas. Quizá aquí saldría a relucir la competencia entre los dos gigantes, es decir, si instituciones chinas o estadounidenses se lanzarán a inyectar capital a estas empresas.
Quizá en el papel y haciendo los conteos y divisiones tradicionales, muchos puedan seguir pensando en términos de izquierdas y derechas, y acusar a AMLO de que su política de nacionalizar los recursos es totalmente izquierdista y cerrada a la inversión extranjera.
Lo que no se termina por entender es que ahora la dicotomía ya no es entre izquierdas y derechas, sino entre globalistas y nacionalistas; el qué tan abierto es un estado nación a la intervención de organismos internacionales y capitales extranjeros, o qué tanto cuidan sus propios recursos y buscan alianzas estratégicas para que los beneficios queden para sus ciudadanos.
En este paso está el litio, un recurso muy valioso para el futuro de los países que sepan cómo organizarse para explotarlo y sacarle el mayor provecho.