El Museo del Futuro en Dubái, un espacio para ver el mañana.

La atmósfera vanguardista de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, ha sumado un nuevo distintivo. Se trata del Museo del Futuro, un espacio diseñado para que desde hoy podamos echar un vistazo a lo que podría ser el mundo en el mañana. ¿Qué significa que este país quiera abrir una ventana para asomarnos al futuro de la humanidad?

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La estructura del Museo del Futuro.

El Museo del Futuro en Dubái abrió sus puertas el pasado 22 de febrero de este 2022, con una estructura deslumbrante que asemeja la escultura de un ojo gigante que nos vigila desde el distrito financiero de la ciudad, postrado sobre una meseta verde que en realidad es un jardín que muestra la biodiversidad de flora presente en la región.

En una ciudad ostentosa que tiene el edificio más alto del mundo, la piscina más profunda jamás construida, y los centros comerciales más lujosos, es permanente la necesidad de seguir presionando la espectacularidad al momento de crear una nueva atracción turística, tal como es el caso del Museo del Futuro.

La estructura está forrada en la parte exterior por más de mil paneles de acero inoxidable en los que se puede distinguir la caligrafía árabe grabada.

“El futuro pertenece a aquellos que pueden imaginarlo, diseñarlo y ejecutarlo. No es algo que esperas, sino que creas”, es una de las frases grabadas extraídas de los poemas escritos por el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, gobernante de Dubái y primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos.

Muy lejos de la estructura de los museos tradicionales que se centran en el pasado, el Museo del Futuro no tiene columnas ni esquinas y está dividido en siete plantas. En cada una puede vivirse una experiencia diseñada como si fueran sets de películas futuristas, donde puedes habitar, explorar e interactuar.

En un edificio descrito como el más hermoso del mundo, este museo se ve a sí mismo como un símbolo de la importancia cultural y la ambición de los Emiratos Árabes Unidos de convertirse en un centro tecnológico y futurista, donde se plantean los problemas del presente para pensar las soluciones del mañana.

¿Qué podrás encontrar en el Museo del Futuro?

La apuesta museográfica del recinto es la experiencia inmersiva para los asistentes.

Puedes dar un paso hacia dentro de cualquier sección del museo para ser testigo de un entorno lleno de hologramas, mapas en 3D de un mundo imaginario, drones, mochilas propulsoras, perros robóticos, autos sin conductor, o subir a un ascensor que despega y vuelve a la Tierra, simulando un viaje fuera de órbita para llegar a una estación espacial ficticia.

Desde los registros de ADN de más de dos mil especies de animales y plantas que se presentan como grabados en cristal en 3D que pueden verse en la Bóveda de la Vida, una especie de archivo mágico de la biodiversidad que cambia de color, en donde puedes crear tu propia especie o modificar genéticamente otras en peligro de extinción o ya extintas. 

Aunque tiene la etiqueta de “museo”, este recinto trata de no exhibir nada que se pueda considerar antiguo.

Algunos lo han descrito más como un laboratorio de innovación y aceleración de ideas, por la predominante presencia de la tecnología que crea un espacio diseñado para ser un lugar de encuentro entre empresas, científicos e inventores con propuestas novedosas.

La ambición tecnológica de Dubái se ve reflejada incluso en el número de paneles que se utilizaron para los grabados, que son exactamente 1024, en referencia al número de bytes dentro de un kilobyte.

En él confluyen las últimas tendencias del análisis de big data, la inteligencia artificial, la realidad aumentada, y el dilema de la interacción humano-máquina.

La intención de las exhibiciones dentro del museo es brindar a los visitantes una variedad de experiencias innovadoras que los involucren en la creación de soluciones, desde la exploración espacial y la vida fuera de la Tierra, el cambio climático, aspectos ecológicos, de salud, bienestar e incluso espiritualidad.

¿El futuro se puede meter en un museo?

La inserción de la estructura del Museo del Futuro en medio de la decadente espectacularidad de Dubái recuerda mucho a lo que representó Las Vegas, en Estados Unidos, al intentar una síntesis entre lo viejo y “lo moderno”, entre la alta y baja cultura, todo en medio de un desierto.

Si bien la razón de ser de los museos es la de preservar el patrimonio artístico y cultural de una sociedad, bajo esta lógica podrían configurarse como cápsulas del tiempo en donde se cristalizan los impulsos creadores de una época y un lugar.

¿Entonces por qué conmemorar un futuro que todavía no ha sucedido? La apuesta del Museo del Futuro de Dubái es justamente descubrir los impulsos vanguardistas del presente e indagar en las ambiciones artísticas sobre el mañana.

Por eso puede resultar un poco contradictoria la intención de hacer un “museo del futuro”, cuando esa idea de futuro se queda atrapada en una imagen o en un formato que pasa a formar parte de un inventario que tiene que ser conservado y exhibido para la posteridad; entonces, se vuelve un patrimonio que se tiene que resguardar, y a su vez se transforma en materia de un pasado por estudiar.

Por eso, para algunos críticos y museógrafos este museo tiene más que ver con el futuro de las exhibiciones para el público, en cómo son diseñadas las experiencias, que con el futuro mismo.

Visto desde la perspectiva museográfica, entonces el futuro como objeto sí podría meterse en un museo, pero no el futuro-en-sí, ante la imposibilidad de detener el curso del tiempo.

Desde el siglo XVII el dramaturgo inglés William Shakespeare ya se había quejado de que “el tiempo está fuera de quicio”, ante las rápidas transformaciones del mundo; por eso la virtud del Museo del Futuro es precisamente entender cómo en la velocidad del tiempo nos debatimos entre el pasado y el presente, para ofrecernos la oportunidad de hablar sobre las posibilidades del futuro.

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