Ginebra, un poco de historia.
La historia de la ginebra pudo haber comenzado en Flandes -Países Bajos- en el siglo XVII, donde al parecer el médico y químico Franciscus Sylvius fue quien la creó en aquella época, tratando de elaborar un brandy de centeno y cebada, al cual añadió bayas de enebro para disfrazar algunos de los defectos del proceso de destilación.
Pero al igual que con otros brebajes, tales como la absenta, la ginebra también pudo haber sido creada por las manos de monjas, monjes o sacerdotes en algún monasterio desde la Edad Media, al tratar de crear remedios que les permitieran aliviar diversos padecimientos como el dolor estomacal, la gota y otras dolencias, a partir del uso del alcohol destilado con maceraciones de hierbas y especias.
Para fue ya entrado el siglo XVIII que la receta elaborada en Flandes sirvió como el modelo base para perfeccionar la receta inglesa.
Luego de la afición por la “agua de enebro” (juniper water) que crearon los soldados ingleses que pelearon en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) este gusto pasó a los ciudadanos comunes en suelo inglés, donde sobrevivió entre la abolición del Gremio de Destiladores en 1690 y se fomentó su producción para limitar las importaciones de brandy francés.
A partir de entonces, se asoció al gin con Inglaterra, como un producto de su propia cultura que le dio identidad al país y a regiones específicas, ante la presencia del brandy de Francia que era de mucho más prestigio.
De lo marginal a lo sofisticado.
Siendo que nació con fines medicinales, la ginebra pasó rápidamente a ser usada como una bebida recreativa que la transformó en algo muy adictivo para los consumidores.
La destilación rudimentaria y que se hacía como una forma de imitar el brandy francés, la convirtió en una bebida barata que circuló muy fácilmente entre las clases trabajadoras de las ciudades inglesas que se preparaban para la explosión de la primera revolución industrial.
En ese contexto marginal el consumo desmedido de ginebra de mala calidad terminó por castigar a la población de los barrios urbanos marginales de Londres, donde no había mucho más que hacer que socializar bebiendo gin para escapar de las extenuantes jornadas de trabajo en las fábricas, en el célebre episodio referido como la “Gin Craze” que se produjo a mediados del siglo XVIII.
Para el siguiente siglo, y gracias a los avances tecnológicos de la revolución industrial, los procesos de destilación se perfeccionaron y permitieron elaborar bebidas destiladas con mayor complejidad, elevando así el gusto entre los consumidores.
En pleno auge de la economía imperialista inglesa, el poderío y dominio de la corona permitió la importación de todo tipo de hierbas y especias desde todos los rincones de los territorios conquistados.
Así fue como surgieron destilerías en los principales puertos ingleses, que eran los primeros sitios a donde llegaban los cargamentos de insumos desde las colonias inglesas, dando paso a las célebres marcas de gin inglesas que hasta la fecha dominan el mercado, como Beefeater y Tanqueray.
Desde entonces se establecieron regulaciones estrictas para la fabricación de este destilado, y su uso ha vivido vaivenes de consumo de acuerdo con la época; desde consolidarse como un trago exclusivo exportado a todo el mundo, ser un arquetipo de la sofisticación en el cine, ser olvidado por nuevas generaciones, hasta su resurgimiento en el gusto de los consumidores más jóvenes.
De remedio a drink perfecto.
El gin tonic como tal pudo haber nacido en la India, a mediados del siglo XIX, donde las tropas imperialistas británicas tomaban una dosis diaria para tratar la malaria.
La quinina -un alcaloide destilado de la quina, un arbusto originario de Sudamérica- fue empleada como remedio contra enfermedades como el paludismo y la malaria, pero al ser tan amarga era endulzada con agua carbonatada, azúcar y después ginebra, dando origen así al “Indian tonic” y después “gin tonic”, aunque en ese entonces la cantidad de quinina era mayor porque el uso era precisamente farmacéutico.
La importancia del uso de este químico tiene su historia aparte, puesto que fue muy importante durante la Segunda Guerra Mundial, donde tanto Holanda como Gran Bretaña tenían plantaciones de quina en todo el sudesde asiático, desde Java hasta la India, y donde los nazis tomaron algunos de esos territorios dejando sin suministro a los aliados.
Con el perfeccionamiento de los procesos de destilación, que dieron alcoholes base más puros, la industria floreció. Actualmente se reconocen varios estilos de gin que han dado pie a innumerables cocteles.
El gin tradicional sigue conformándose por ser una mezcla de alcohol con plantas aromáticas que siguen incluyendo el enebro. El gin destilado es un compuesto al cual se le agregan extractos y sabores después de la destilación. El London dry gin es otro estilo que está basado en el alcohol neutral y las plantas aromáticas como el enebro, pero al cual se le agrega solamente agua después de la destilación para bajar la fuerza del alcohol.
La próxima vez que te prepares un sofisticado martini, sírvete un trago de pura ginebra sola y brinda por los soldados ingleses que lo usaron para tomar valor para la guerra y por los trabajadores londinenses que salían de las fábricas para ponerse ebrios olvidando que hicieron famosa esta bebida.