Terrorismo sexual avanzado.
Supuestamente descendiente del mismísimo Vlad Tepes “El Empalador” -cuya vida inspiró el nacimiento de Drácula- la condesa Erzsébet Báthory fue encarcelada en 1610 por presuntamente haber asesinado a cientos de mujeres jóvenes, cuya sangre utilizó para bañarse.
Con este récord criminal, lo que más llamó la atención -y que le valió su apodo de Condesa Sangrienta- fue que asesinó a entre 600 y 1600 doncellas de los alrededores del Castillo de Čachtice, usando métodos terroríficos de tortura con el objetivo de obtener la sangre de las víctimas para bañarse con ella, lo cual según el mito era para perpetuar su juventud.
Las historias y leyendas sobre los asesinatos seriales y todos los asuntos morbosos que se desarrollaban en ese castillo se esparcieron por todo el este de Europa, creando alrededor de Báthory un arquetipo siniestro que posteriormente dio pie a Carmilla, supuestamente la primera historia que retrataba a una vampira lesbiana.
Con ayuda de sus sirvientes, e incluso de su esposo el conde Ferenc Nádasdy, la condesa comenzó a torturar a niñas pequeñas. Alguna vez, su propio esposo -conocido por su sadismo y crueldad en la guerra- le regaló una especie de guante que tenía pequeñas garras de metal que servían para cortar y acuchillar a una víctima, como si tuviera garras de animal.
Pellizcos, patadas, mordeduras fueron solo el inicio del abuso de Báthory contra sus sirvientes y doncellas, pasando después a clavarles agujas en los labios y debajo de las uñas, les cortaba con objetos afilados o les provocaba quemaduras con diversos métodos.
Varios eventos traumáticos, como la pérdida de su esposo, su hermano y dos de sus hijos, desencadenaron un comportamiento en la condesa que comenzaba a rayar en la locura. Comenzó a involucrar a sus sirvientes más cercanos en sus actos criminales, haciéndoles escoger niñas de entre 10 a 14 años para sus propósitos. Garrotes, látigos, dagas, tijeras y fuego fueron sus herramientas para torturarlas.
En su etapa más avanzada de crímenes, Báthory comenzó a involucrarse de lleno en la práctica de la magia negra, de donde aprendió que la sangre noble era la mejor para llevar a cabo los rituales que precisaba. Para satisfacer esta necesidad, fundó un internado para chicas nobles que en realidad funcionó como su fuente de sangre fresca.
Cuerpos mordidos, otros mal enterrados, tirados a los ríos y a los riscos, comenzaron a hacerse evidentes en las tierras dominadas por Báthory, a quien ya no le importaba mucho inventar excusas absurdas para protegerse de las acusaciones de sus súbditos y de la corona húngara.
Con este antecedente, está claro que la condesa entendía su conexión erótica consigo misma solo mediante la perversión, la tortura y el asesinato. La insensibilización de la condesa ante una experiencia sexual “normal” y el hecho de que solo obtenía placer mediante actos extremistas puede sugerir que, en el fondo, la búsqueda era por un poder y dominancia absolutas.
Báthory, del erotismo a la locura.
Expertos en literatura han descrito y analizado que el componente erótico es una fuente de poder propiamente femenino, aunque los hombres lo han entendido mal y lo han usado en contra de las mujeres; es más, incluso lo erótico ha sido tomado como algo trivial, confuso y hasta psicótico.
Bajo esta confusión en el entendimiento de lo erótico como arma utilizada por las mujeres, existe una relación entre la locura y el erotismo que puede verse en el caso de Erzsébeth Báthory.
Lo erótico que se transforma en sinónimo de poder femenino, ha sido entendido desde la visión patriarcal como algo peligroso, y el ejemplo de la historia de Erzsébeth Báthory refleja el miedo patriarcal al empoderamiento femenino mediante lo erótico.
Salirse de la norma, recurriendo a la hechicería y los asesinatos rituales guiándolos hacia lo erótico, alimentó cada vez más la megalomanía de este personaje, provocándole una posible distorsión de la realidad, donde sin importarle la sensibilidad de los demás solo se movió por el deseo de poder y control mediante la violencia y la obscenidad.
Las ideas patriarcales de considerar a la sexualidad femenina como algo peligroso e incluso impuro y al mismo tiempo tentador, se vieron confrontadas por las prácticas extremas llevadas a cabo por Báthory, quizás también dándoles la razón, ya que sin duda su uso del erotismo y la sexualidad la llevaron al extremo de la locura.
La relación del sentido personal de lo erótico por parte de la condesa, y su propio entendimiento del empoderamiento, la llevaron a ejecutar una suerte de “terrorismo sexual” como arma de dominación para asegurar el control de su castillo y de su condado, infundiendo miedo y quizás curiosidad y morbo para otros, con los relatos y rumores que corrían sobre las actividades que ahí se realizaban.
Si bien la leyenda de los baños con sangre de doncellas jamás se comprobó, lo cierto es que sí hubo un juicio contra la condesa y su séquito de colaboradores, cuyas transcripciones pueden consultarse en archivos históricos. No se trata solo de rumores o leyendas al respecto, sino que la historia de este personaje se cruzó con eventos importantes como el resurgimiento del Imperio Otomano.
Te recomendamos consultar la obra de Kimberly L. Craft, abogada e historiadora que ha estudiado por más de una década el juicio contra Báthory y publicado los títulos Infamous Lady: The True Story of Countess Erzsébet Báthory (2009), y The Private Letters of Countess Erzsébet Báthory (2011).
Báthory pasó a la historia como una de las mujeres más infames y malvadas que haya pisado la tierra, una emisaria de Lilith que utilizó el terrorismo sexual para saciar su megalomanía y su locura.