Delegar es un peligro.
Como usuarios de las tecnologías estamos acostumbrados a delegar sin mayor cuestionamiento aspectos importantísimos de nuestra vida.
Nuestras contraseñas, fotografías, archivos de trabajo, prácticamente tenemos una vida virtual y digital que ponemos a disposición de los gigantes tecnológicos, que a su vez lucran y controlan ciertos aspectos basados en la información que les proporcionamos a manos llenas.
Como en 2019, cuando Facebook se cayó por más de 24 horas, ahora en 2021 volvemos a tener este recordatorio de que incluso las compañías más poderosas e influyentes en el internet tienen pequeñas grietas que las siguen haciendo vulnerables.
Después de este reciente #Facebookdown las acciones de la compañía cayeron al menos un 4.89%, su peor declive desde el año pasado. Es tan difícil hacernos del control de algo que mejor preferimos dárselo a alguien más.
Aquí en Blow ya nos hemos referido a la ilusión de libertad que nos proporcionan las redes sociales como una nueva herramienta de comunicación, por lo que pensar en la vulnerabilidad que ronda la existencia de estas plataformas nos reafirma la necesidad de ser cautelosos con lo que compartimos y el uso que les damos.
Generalmente buscamos más los objetos con los que interactuamos, ya ni siquiera pensamos en el artefacto de uso, sino un objeto en el que depositamos nuestras certidumbres; el reflejo de sobrevivencia del humano ha sido sustituido por los artificios del smartphone, la computadora del automóvil, la interfaz que nos acerca a la necesidad más apremiante que emerge de nuestro ser.
Porque seguramente ya guardaste los momazos más frescos para compartirlos vía WhatsApp con todos tus allegados; darnos cuenta de que incluso nuestras referencias humorísticas han sido cooptadas por el algoritmo, debería alertarnos de la afrenta al espíritu humano que están enarbolando los gigantes de las comunicaciones digitales.
Los afectados y el miedo a perder el control.
Hasta el momento no hay una postura pública clara de Facebook sobre el problema de raíz que ha ocasionado la caída de sus servicios, aunque versiones extraoficiales aseguran que no parece probable que se trate de un ciberataque, ya que si así fuera no sería posible que se atacaran a todas las apps de un solo golpe.
La estampida de usuarios corrió hacia Twitter y Telegram para elevar sus quejas y lamentos por esta situación, a fabricar memes y a elaborar todo tipo de teorías al respecto.
Pero este corte a quien más afecta sin duda es a los pequeños negocios que han delegado toda su operación en las aplicaciones y herramientas que ofrecen estas plataformas, desde la venta de publicidad y todo tipo de productos y servicios alrededor del mundo, haciéndoles perder la posibilidad de dar seguimiento a sus comunicaciones.
Incluso las nuevas ocupaciones que han surgido, como los streamers de videojuegos y los “creadores de contenido” en general, sufren las consecuencias de delegar su comunicación a una sola plataforma como Facebook, y han buscado otras alternativas para no dejar de hacer presencia ante su base de seguidores y poder seguir cobrando para vivir.
Dentro de la misma compañía, los trabajadores reportaron la parálisis del sistema interno y de sus herramientas, que simplemente dejaron de funcionar. Incluso se han elaborado diversas teorías basadas en declaraciones de excolaboradores de la tecnológica.
Tal es el caso de Frances Haugen, ex gerenta de producto de Facebook, quien acusó a la empresa de “anteponer las ganancias a la seguridad”, señalando que ante el ascenso de competidores como TikTok, el negocio de Zuckerberg busca maximizar sus ganancias a expensas del bienestar de los usuarios más jóvenes, ya que se ha habilitado la circulación de contenido que afecta la salud mental y física de estas nuevas generaciones.
Por supuesto, Mark Zuckerberg mantiene su versión respecto a que el equipo de integridad cívica de su compañía sigue operando, y que en general la empresa mantiene su compromiso de hacer lo mejor posible frente a las regulaciones que dispongan las autoridades; aunque este nuevo apagón de la red de Facebook haya frenado el lanzamiento de una versión “kids” de Instagram para menores de 13 años.
Con este reciente #Facebookdown nos bastaron 6 horas para sentir que lo perdíamos todo, que el control de nuestros negocios y comunicaciones se caía, dejándonos más ansiedad de la acostumbrada.
La responsabilidad debe tener líneas claras cuando suceden incidentes como estos, y deben ejecutarse todos los mecanismos de reparación de daños en consecuencia.
Pero tampoco podemos dejar que los algoritmos de consumo controlen nuestra estabilidad, porque esa parte sí deberíamos entenderla para evitar caer en el pánico de que alguien más tome el control de nuestras vidas digitales.