Monthly Archives: junio 2021

Línea 12 del Metro, la ruta que no debió ser.

La “falla estructural” del manejo de la tragedia.

Tras el lamentable accidente que dejó 26 personas muertas y otras decenas de heridas, lo que se ha hecho evidente es el manejo inepto de la situación por parte de las autoridades.

De acuerdo con el peritaje preliminar independiente, encargado por el Gobierno de la CDMX a la empresa noruega DNV, “una falla estructural” estuvo detrás del derrumbe de esa sección entre las estaciones Olivos y Tezonco, el 3 de mayo pasado; pero en realidad esa falla señalada solo pone en evidencia las deficiencias y vicios en el proceso constructivo de la obra.

El canciller Marcelo Ebrard, así como la actual jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se han sometido al escrutinio en medio de los informes de los medios de comunicación de que la construcción se apresuró o bien, que el mantenimiento que se llevó a cabo de manera preventiva fue deficiente. 

Aunque la presión social y hasta moral está pesando sobre las figuras políticas, una tragedia de este tamaño también debe hacer llamar a cuentas a los capitales que ingresan a las grandes obras públicas. El Grupo Carso, dueño de la constructora ICA y propiedad de Carlos Slim, está en el ojo del huracán ante las revisiones de los dictaminadores, ya que su empresa construyó la parte que colapsó.

Es complicado entender que, en lugar de acelerar la atención a las víctimas de la tragedia, de procurar la justicia expedita y el castigo severo y ejemplar contra los responsables, el titular del Gobierno Federal se enfrasque en uno más de sus jaloneos con la prensa y medios de comunicación, como pasó recientemente con el New York Times, que dio a conocer datos confidenciales del informe de la empresa DNV.

Como sea que se quiera ver, es inadmisible la falta de compromiso con los ciudadanos, que quedan siempre en el último lugar. Primero son protegidos los líderes políticos y al final, si alcanza, se busca hacer justicia para los afectados.

En realidad, la Línea 12 tuvo problemas desde su planteamiento, siguiendo un trazado que no estaba previsto y que dejó al descubierto el juego político de algunos actores para lucrar con las necesidades de transporte de zonas que no estaban conectadas a la red del Metro. ¿Debió construirse de esa manera en esa zona?

¿Por qué no debió ser?

Fue en 2008 que dio inicio la construcción de la Línea 12 del STC Metro, luego de un mar de discusiones con grupos vecinales y expertos sobre el trazado que debería tener. 

Con un costo de 2 mil millones de dólares, la línea quedó concluida en 2012 con sus 20 estaciones y más de 23 kilómetros de vías, siendo inaugurada el 30 de octubre de ese año. 

Según los reportes de operación, la línea transportaba a un promedio de 400 mil pasajeros al día desde la estación Mixcoac, en la alcaldía Benito Juárez, y la estación Tláhuac, en la alcaldía homónima, atravesando también una parte importante de Iztapalapa y los límites de Coyoacán. 

En 2014 se realizó el cierre de 11 estaciones del tramo elevado, desde Culhuacán a Tláhuac, para revisar deslizamientos de vía y otras anomalías. Para el 19 de septiembre, tras el fuerte sismo que sacudió la capital, los tramos elevados de la línea resultaron dañados y se realizaron más reparaciones. Todo esto hasta el colapso de un tramo del paso elevado que ocurrió entre Tezonco y Olivos.

Muchos críticos señalaron en su momento que la ruta estaba mal planeada. De acuerdo con los planes maestros de construcción del STC Metro, la Línea 12 debía correr desde Mixcoac hacia Santa Martha, en la Línea A, siguiendo toda la Calzada Ermita-Iztapalapa. Entre los trazos sugeridos antes de decidirse por Tláhuac, las autoridades plantearon llevar la línea al sur para llegar a la zona de Coapa, derrotero que ahora es atendido por una línea de Metrobús.

Muchos de los reclamos de expertos han sido en el sentido de que las autoridades capitalinas de izquierda, en un ejercicio de aparente austeridad, han priorizado la construcción de rutas de Metrobús en lugar de líneas de Metro en zonas de alta densidad de viajes, como ocurrió en el caso de Avenida Insurgentes.

Desde 2017 ya se hablaba de que la línea tenía un cúmulo de fallas de origen y que requeriría mantenimiento de manera permanente. Se detectaron problemas con las vías, curvas muy cerradas, material rodante deficiente, entre otras anomalías.

Aunque la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, asegura que la prioridad es regresar a las personas afectadas el servicio normal de esta línea lo antes posible, el panorama no indica que esto se pueda solucionar en el corto plazo. 

Es claro que para dar un servicio eficiente a esos más de 400 mil pasajeros diarios, hacen falta más que autobuses. Entre las soluciones, se han implementado rutas de autobuses que cubren toda la ruta desde Tláhuac hasta Mixcoac, pero también se han puesto en funcionamiento dos rutas improvisadas y gratuitas de Metrobús, una que corre por toda Avenida Tláhuac para unir la terminal con la estación Atlalilco, y otra que se incorpora al Eje 3 y une la estación Coyuya de la Línea 8 con la terminal de Tláhuac. 

Ahora, con la entrada en servicio de nuevos sistemas como el Cablebús y el Trolebús Elevado, se especula sobre la efectividad de estas medidas y del desprestigio político y social sobre el cual están surgiendo. 

La crítica a la austeridad defendida desde el gobierno federal cobra más sentido aquí, justo en un servicio que cubre una necesidad básica de la gran urbe, que es la movilidad. La ciudadanía no merece que se escatime con los recursos para cubrir esta necesidad, y requiere soluciones efectivas y de largo plazo.

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Muzak, el soundtrack del trabajo, la producción y el consumo.

La formación del sonido Muzak, entre el trabajo y la producción.

Aunque de primera impresión no te suene el nombre de Muzak, seguramente identificas la música sencilla y suave con patrones repetitivos denominada comúnmente como “música de fondo” o “música de elevador”. 

Inspirada en la música clásica y la música popular americana, Muzak tomó la forma de un género musical que se apoyaba en un estilo instrumental para usar como música de fondo, caracterizado por la repetición de patrones y el empleo de arreglos simples.

Con un origen que se puede remontar a los conflictos bélicos y a la intención de controlar la mente, en 1922, George Square fundó Muzak como una compañía, que antes de meterle el soft jazz al público incauto tuvo una destacada carrera militar en el ejército de Estados Unidos. 

Usando árboles como antenas, Square logró transmitir ondas de radio secretas, y tras la Primera Guerra Mundial, ya mediante Muzak, empezó a vender dispositivos que enviaban música a través de las líneas telefónicas, cargado mensualmente a los estados de cuenta de los propietarios de teléfonos, digamos que era una especie de Spotify del pasado.

Fue hasta mediados de los cuarenta del siglo XX que Muzak logró condensar su propósito mediante una música orquestal que podía ser enérgica y suave al mismo tiempo, que captara la atención pero que también permitiera seguir con las actividades cotidianas. 

Con esto la compañía logró un programa exitoso de “progresión estimulante”, vendiendo la idea de que la música de fondo podía incrementar sustancialmente la productividad en los lugares de trabajo, y comenzó a producir paquetes de música motivacional diseñada para ponerse en fábricas y oficinas.

A partir de la Segunda Guerra Mundial los paquetes diseñados por Muzak empezaron a utilizarse masivamente en las fábricas que producían en serie todo tipo de insumos para la guerra, hasta que el conflicto llegó a su fin. Fue así que, desde mediados de los cincuenta, expertos y pseudo científicos pensaron que era buena idea introducir estos bloques de sonido para hipnotizar a los consumidores en lugar de los trabajadores de las fábricas.

El control sonoro del consumo.

Si bien para finales de los sesenta el concepto se desgastó con el entorno de rebeldía antiestablishment que generó el rock en Estados Unidos, la idea de Muzak sin duda influenció en la década siguiente el surgimiento de la música electrónica de corte ambient, o como una especie de “anti influencia” como la catalogó Brian Eno.

Mood Media y Music Concierge fueron compañías que intentaron seguir desde los noventa las ideas instauradas por Muzak, llevándola a terrenos mucho más específicos y acotados, tratando de conectar la música a las necesidades de entornos comerciales específicos. 

Desde el nacimiento de Muzak como una empresa que desarrolló la música de elevador, derivó en un concepto genérico para definir un hilo musical. En sus orígenes solo era música ambiental, pero tras la experiencia el concepto se ha quedado obsoleto por la evolución de la tecnología y las capacidades de consumo.

Sin saber de qué género se trata, quién la toca, quién canta, la neutralidad y frialdad de esta música es su propio valor. Sin que te des cuenta, está dirigiendo tus pensamientos hacia un producto, a que aceptes que estás en un espacio determinado. 

Se transmite un mensaje definido pero que no podemos explicar en palabras. En los comercios, informa al consumidor, mejora el entorno laboral y su utilidad es incuestionable.

Se trata de una herramienta de comunicación, tanto para los trabajadores como para los consumidores, ya que se busca mejorar las ventas, informar al consumidor y mantenerlo entretenido -o casi sedado- mediante el sonido ambiental.

No debe molestar o ser estridente, pero también debe llenar el silencio en un espacio; con su aparente sencillez encierra una complejidad conceptual que pocas veces notaremos. 

Sin importar el sector de consumo, esta música busca ayudar a mejorar la percepción de este, para que el trabajador permanezca lo más a gusto posible mientras trabaja.

Los músicos muchas veces aceptan este tipo de trabajos con el entendido de que se trata de una forma de composición distinto, con armonías muy relajadas y melodías que de vez en cuando den un respingo para no aburrir, y se convierte en una forma casi retadora de componer para cualquier músico.

Se trata de incentivar un engagement emocional entre el establecimiento y el consumidor, con la esperanza de que la relación sea fructífera para ambas partes; que el consumidor crea que ha encontrado lo que estaba buscando o que necesitaba y que el negocio recoja ese capital gastado por el comprador.

El legado de Muzak será por siempre el hacernos pensar en la música como una forma de control social, sea que estés estudiando, trabajando, comprando ropa o comida; vayas a donde vayas siempre estará la música sonando en el fondo.

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El poderoso bombardeo de fake news sobre el conflicto en Gaza.

El detonante de la nueva escalada en el conflicto.

Durante el último viernes del Ramadán de este año en la Explanada de las Mezquitas, en pleno corazón de la ciudad vieja de Jerusalén, como cada ocasión en que se celebra, grupos de palestinos radicales comenzaron a instigar a los asistentes a enfrentarse con la policía de Israel, a pesar de que cada Ramadán las fuerzas locales están ahí para proteger tanto a los musulmanes que asisten a esta conmemoración, como a cristianos y judíos.

Tras lanzar piedras y fuego contra los policías, los radicales palestinos huyeron para esconderse en la mezquita Al Aqsa, provocando con estas acciones la profanación de un sitio sagrado, ya que las fuerzas del orden entraron en el lugar para hacer justicia y arrestar a los provocadores. A partir de aquí, el juego en el que entra la visión desde Occidente es a quién creerle, y dependerá del video que hayas visto primero.

Pallywood: la manipulación mediática.

El conflicto árabe-israelí es en extremo complejo de entender desde Occidente, donde a menudo simplemente formamos nuestra opinión basados en las imágenes de bombardeos y las explicaciones torpes e ignorantes de los conductores de los canales de noticias; cuando la realidad es que no conocemos siquiera la cultura milenaria de la que emanaron estos pueblos.

Precisamente, debido a este desconocimiento, los intereses de una y otra parte son defendidos a capa y espada, incurriendo la mayoría de las veces en la manipulación mediática, valiéndose del hecho de que es muy difícil que desde fuera podamos conocer a profundidad la realidad de un conflicto con tantas aristas.

En medio de la incertidumbre y la ignorancia que cunde en los medios noticiosos internacionales, el término Pallywood fue acuñado justamente para designar a la manipulación mediática que han utilizado las células radicales palestinas para dar su propia versión de los hechos ante la mirada internacional. 

Tal es el caso de los enfrentamientos recientes, donde los miembros de estos grupos se dedicaron a filmar la supuesta irrupción de la policía israelí en un sitio sagrado para profanarlo con su presencia, a pesar de que acudieron ahí como consecuencia de la persecución de los palestinos que habían iniciado los ataques y provocaciones en la Explanada de las Mezquitas.

Es injusto que pequeños grupos radicales profanen incluso sus propios sitios sagrados, como en esta lamentable experiencia ocurrida en Al Aqsa, donde convirtieron un lugar de adoración musulmana en un estrado para hacer política de la manera más violenta, llenando de piedras el interior de la mezquita, desde donde siguieron atacando a la policía israelí, e incluso lanzaron objetos hacia el lado oeste del muro, en un intento por lastimar a civiles judíos.

Esta manipulación mediática es parte del Pallywood, que se vale de todo tipo de artimañas y montajes, como los videos de menores de edad que le gritan de frente a los soldados israelíes y que se viralizan a toda prisa, apelando al sentimentalismo en las redes sociales. Esto se consume y se comparte sin reparar en el hecho de que incluso en muchos casos los propios padres de estos menores los envían como una forma de provocación, buscando una reacción violenta de parte de las fuerzas armadas.

El conflicto en Gaza a merced del terrorismo y las fake news.

Tenemos que llamar a las cosas por su nombre: tanto Hamás como Al Fatah son organizaciones que han recurrido a la política terrorista, usando una estrategia en donde explotan a las víctimas civiles de un conflicto político para lanzar ataques desde sitios vulnerables, como escuelas u hospitales, sin importarle la seguridad de los propios palestinos.

La autoflagelación se ha convertido en la estrategia para inundar las redes sociales de fake news para justificar los intereses particulares de estas organizaciones, en una despliegue de hipocresía que se ha mostrado indolente con el sufrimiento de su propia población, en medio de la inestabilidad política en Palestina que no ha logrado la unidad, donde Hamás se ha quedado con la autoridad en Gaza, dejando Cisjordania bajo el mando de Al Fatah.

Incluso desde esferas como la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes (IUMS) se condenaron “los crímenes de lesa humanidad” perpetrados por las fuerzas de Israel en contra de palestinos, haciendo un llamado abierto a las instituciones musulmanas vecinas de Gaza a tomar acciones “en contra de las políticas sionistas” mediante la violencia, la yihad y el autosacrificio, alabando las “heroicas operaciones” de grupos de jóvenes yihadistas palestinos desplegados en el frente de batalla en Jerusalén.

Países como Jordania y Turquía no han dudado en lanzarse contra Israel, llamándolo “estado terrorista” tras estos recientes enfrentamientos, dejando claro de qué lado están observando el conflicto y sus intereses, mientras Estados Unidos hizo un llamado a restringir cualquier tipo de violencia, pero sin negar el financiamiento que inyecta permanentemente a Israel.

Como parte de la reciente escalada en el conflicto, el ejército de Israel ordenó el despliegue de tanques a la Franja de Gaza. Las fuerzas de seguridad de Israel han continuado respondiendo a los más de mil 800 misiles lanzados hasta la fecha por Hamás, y no se ve margen para cesar los ataques “hasta que la calma sea total y a largo plazo”, de acuerdo con Benny Gantz, ministro de Defensa de Israel.

Mientras, Isamel Haniyeh, líder de Hamás, aseguró que si Israel quiere seguir con la escalada ellos están preparados, “y si quiere terminar, también estamos preparados”. Hamás y las células yihadistas islámicas siguen lanzando ataques, principalmente sobre la ciudad costera de Ascalón, al suroeste de Jerusalén.

Desde Occidente, no se trata de tomar partido en un conflicto que desconocemos, ni ponernos los colores de una bandera o una causa por seguir modas y tendencias consideradas políticamente correctas, sino de entender que nuestro criterio no puede quedar a merced de la manipulación y de los intereses oscuros que puedan tener los líderes de uno y otro movimiento. 

Se ha acusado a Israel de sostener una lucha asimétrica contra Palestina, con una capacidad bélica muy superior y contando con el financiamiento de Estados Unidos y gobiernos europeos. Eso es el estado de Israel, desde sus políticas de seguridad y defensa; pero no pueden equipararse conceptos como el sionismo, el colonialismo o el imperialismo con el judaísmo, no son sinónimos; así como las intifadas, el terrorismo y el yihadismo no son sinónimos del islam, y es por esta razón que el conflicto está lejos de terminarse.

La población civil, tanto musulmana, judía y cristiana, es la que queda desprotegida y perpleja ante la confusión causada por el bombardeo de noticias manipuladas, en medio de un conflicto que ya no está en el terreno de lo religioso y lo espiritual, de la posesión de los lugares sagrados, sino en una lucha de demostración de fuerza y poder político sobre la ocupación y el reclamo por territorios.

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¿De qué lado te quedaste? CDMX, la ciudad imaginada y dividida.

La ciudad imaginada y polarizada.

Como si se buscara revivir la historia de la Berlín dividida por la Guerra Fría, la imaginación colectiva ha colocado a la Ciudad de México en un nuevo espectro de polarización.

Si bien no puede ocultarse el hecho de que el actual gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena, han alimentado la polarización política y social en el país, esto no significa que las diferencias marcadas nunca hayan existido, simplemente con la entrada de un gobierno que en teoría defiende “primero a los pobres”, se manda un mensaje claro y contundente de parcialidad.

En el caso de la CDMX, que había estado cubierta bajo un aura progresista y de izquierda desde el inicio del siglo, el reciente proceso electoral dejó a la coalición entre Morena y PT con las delegaciones de la zona oriental de la capital, entre ellas Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza; mientras el PAN por sí solo confirmó su hegemonía histórica en Benito Juárez y en alianza con el PRI y el PRD se quedó con el resto de las demarcaciones del lado poniente, como Miguel Hidalgo, Coyoacán, Cuajimalpa, Azcapotzalco y Tlalpan. 

De esta manera, la ciudad quedó partida en dos, donde la autonombrada “oposición” le quitó espacios de poder a la izquierda tradicional capitalina.

Los estigmas sociales siempre han existido, pero las posturas políticas han exagerado la manera en cómo nos auto representamos y cómo respondemos hacia los demás. Desde fifís contra chairos, subsidiados y no subsidiados, ricos y pobres, todas estas etiquetas no han hecho mas que simplificar un fenómeno social bastante complejo.

Existen traumas sociales que han marcado a millones de personas de la zona oriente, que tienen que trasladarse en su mayoría a los centros de trabajo que existen en la zona poniente donde, tras una travesía larga e incómoda, son recibidos muchas veces con menosprecio. No se trata de abonar a hacer mas grandes estas diferencias, sino entender cómo es que se están presentando estas discusiones y cómo pueden afectar el desplazamiento y el disfrute al que tenemos derecho todos los que habitamos esta gran megalópolis.

¿De qué lado te quedaste? 

Tradicionalmente, las zonas turísticas de interés en la CDMX han estado del lado poniente, empezando por la alcaldía Cuauhtémoc que alberga el Centro Histórico, el Bosque de Chapultepec, la zona de Reforma y otros puntos de interés. Además, la mayoría de los museos, universidades, bibliotecas y centros culturales y comerciales se encuentran en las alcaldías de ese lado.

En muchos casos, los residentes del lado occidental solo han pisado el lado oriente cuando tienen que ir al Aeropuerto, o cuando se realizan festivales masivos, como el Vive Latino o cualquier otro concierto en el Foro Sol o el Palacio de los Deportes, o para ir a ver a los Diablos Rojos en su nuevo estadio, recintos ubicados en Iztacalco.

En lugar de montarte en este interminable tren del mame, date la oportunidad de conocer lo que la ciudad ofrece para todos y rompe la burbuja turística que encierra solo ciertos sitios de la capital, ya que existen lugares interesantes en cada una de las demarcaciones que la componen. 

Son poco mencionados los atractivos que tiene la zona oriente, más allá de las tradicionales trajineras en los canales de Xochimilco, la celebración de la Pasión de Cristo en Iztapalapa, y las fiestas de Día de Muertos en los pueblos antiguos de Tláhuac. Existen entornos naturales que no son muy comentados, como la ruta de Canal Nacional que está siendo rehabilitada actualmente y que conecta desde los límites de Coyoacán e Iztapalapa hasta Xochimilco, o la Sierra de Santa Catarina y el Cerro de la Estrella, que están acondicionados para el senderismo y caminatas.

Ante la desigualdad de imagen urbana evidente entre ambos lados, en los años recientes ha empezado a cambiar un poco la imagen de las alcaldías del oriente, con la introducción de sistemas transporte que las conectan con el resto de la ciudad, y se han estado rehabilitando parques públicos, centros culturales, y se promueve la construcción de centros comerciales nuevos, en un esfuerzo por descentralizar la vida comercial y cultural. 

Falta mucho por hacer para lograr un equilibrio entre ambos polos, y se debe dejar de lado la comparación simplona que solo tiene la intención de dividir. 

En lugar de quedar empapado por la lluvia de memes que tiene este ánimo de división, este episodio debería ser una invitación a conocer los puntos de interés que existen en todas las alcaldías, a visitar los lugares en los que nunca has estado, en lugar de pedir que se levante un muro entre el este y el oeste.

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Elecciones 2021, el poder político de las redes sociales y los ‘influencers’.

Influencers, pan y circo de la vida política.

Hablando de influencers y política, resulta ineludible referirse al caso de Nuevo León. Solamente acuérdate cómo construyó su campaña el candidato de Movimiento Ciudadano, Samuel García, que lucró hasta la saciedad con la figura de su esposa, Mariana Rodríguez, una reconocida influencer en la que prácticamente apoyó todo el peso de su propuesta.

De ser simplemente la “esposa influencer” del candidato de Movimiento Ciudadano al gobierno de Nuevo León, Mariana Rodríguez cumplió funciones de community manager, asesora, coordinadora de estructuras territoriales del partido; en fin, cubrió prácticamente todas las posiciones operativas que requiere una campaña política, y con su presencia le dio el triunfo electoral a su esposo.

Esta pareja arrastra señalamientos de estafas, fraudes, empresas fantasmas, lucro con recursos públicos, además de críticas por el estilo de vida que promueven en sus redes sociales. Esto sin ignorar las denuncias interpuestas ante la fiscalía general de la República por lavado de dinero y uso de recursos de procedencia ilícita. Aún así, el poder de convocatoria que desplegaron en sus redes sociales los llevó a la victoria en las urnas.

Otro caso que se presentó en esta coyuntura electoral fue el del Partido Verde, que una vez más, como en el periodo electoral de hace tres años, utilizó a influencers para violar la veda electoral, pagándoles por tuits, historias en Instagram y menciones en sus redes para promover “las propuestas” del PVEM. El INE, con el letargo que acostumbra, salió el mismo día de la jornada electoral a “regañar” con un comunicado el cinismo de este partido.

El panorama que se observa desde ahora en la política mexicana, con el cambio generacional en curso entre las altas cúpulas partidistas, es el de la necesaria inclusión de herramientas de campaña en redes sociales, como los influencers y los contenidos pagados, para obtener los triunfos electorales que buscan, en una tendencia que ya es irreversible y que podría dejar de lado a los medios tradicionales.

La evolución del “cuarto poder”.

En las décadas pasadas se hablaba de la prensa y los medios de comunicación como “el cuarto poder”, por su fuerza para influir en la vida pública del país, y que era usado por el estado para garantizar su permanencia.

En los años recientes, con las redes sociales afectando los resultados en el tablero del juego político, la influencia de los medios de comunicación tradicionales ha venido a menos, quitando del ideario colectivo el concepto de “telecracia”, cuando era notorio el peso político de las televisoras.

El último ejemplo de ese poder de las televisoras fue cuando se especuló con la relación del exmandatario Enrique Peña Nieto y la actriz Angélica Rivera, pero en realidad se trataba de esa otra forma de generar empatía con el pueblo, al vincular a las figuras políticas que buscaban un cargo público con los íconos de la cultura popular promovida por las televisoras; algo que sin duda marcó toda una época de la forma de hacer política con el matrimonio público entre el PRI y Televisa.

Actualmente, a la mayor parte de la ciudadanía le da igual que “los intelectuales” tradicionales firmen en gangbang sendos desplegados en diarios y revistas, aullando por “la amenaza a la libertad de expresión”. Tiene más peso político una frase banal como “fosfo fosfo” para ganar una elección y borrar de un tiktokazo la mancha rancia de la política tradicional.

La Ciudad de México siempre ha marcado las tendencias políticas a nivel nacional, y con los resultados del reciente proceso electoral, se nota una profunda polarización, que puede tomar mayores dimensiones si la discusión sigue trasladándose a las redes sociales.

Sin lugar a duda, la elección de este año quedó marcada por el poder político de las redes sociales y los influencers, de los memes y de la división social causada por diferencias banales. Son factores de la nueva realidad política del país.

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E-girls: el trabajo de buscar la monetización entre fetiches y simps.

La economía de una e-girl, de la contracultura a la monetización.

La tendencia de las “electronic girls” o e-girls explotó hace un par de años, potenciada por Tik Tok e Instagram, a la que muchos redujeron a una simple comparación con la moda emo, como si esta hubiera sido trasladada a las nuevas plataformas digitales; lo cierto es que también se usó para defender una postura anticultural, adoptando “lo distinto” o lo diferente como identidad, a pesar de que con eso alimentó un nuevo estereotipo, el de la “única y diferente”.

Mediante un perfil muy preciso, miles de chicas crearon así una subcultura juvenil aprovechando la popularización de esos canales digitales. Aunque el término ya tenía rondando al menos una década por la red, fue hasta 2019 que la etiqueta empezó a usarse cada vez más en esas redes para referirse a la estética de chicas con un maquillaje cargado, ojos delineados, piercings, así como una indumentaria en capas.

La e-girl fue concebida como una anti influencer, o una influencer de contracultura, como una respuesta para atacar a la corriente de exageración de la cotidianidad que domina Instagram. En otro sentido, es un gran fenómeno que pone en evidencia una tendencia que busca monetizar hasta el último resquicio de nuestra humanidad.

Una e-girl puede presentarse como una chica que consume videojuegos, anime y tiene cierta estética inocente, pero lo que la define es su presencia en línea, ya sea haciendo streams en Twitch o Facebook, y generalmente se encumbrará como una verdadera e-girl una vez que consiga una base sólida de simps.

Además, algunos de los rasgos con los que sus detractores las identifican son su afición al anime, el yaoi, el funar, el “quedé”, la supuesta depresión y ansiedad fingida, la creencia en horóscopos, presumir que se drogan o que son satánicas.

Lo cierto es que es necesaria una autoproducción, que la e-girl invierta en sí misma y capitalice esas inversiones, porque al final son parte de la economía de los microservicios, en una variante donde se busca todo tipo de formas de monetización de las personas, además que el pago no necesariamente es en dinero, sino en exposición, en alcance, en fama, y rodo tipo de social awareness

Para que todo esto funcione, la e-girl debe pensar en ella como un activo de inversión y autoproducción, para acceder a valores que muchas veces van más allá de lo monetario, como se acostumbra en el mercado laboral tradicional. Las e-girls tienen que producirse a sí mismas para ganar dinero por prestar estos microservicios a través de su computadora o smartphone.

No solo es vender un aspecto sexual de las e-girls, aunque en el fondo podría parecer que sí, ya que en estas comunidades hay distintos perfiles, desde la tiktoker a la gamer, la emo, la artista o la modelo, sin despegarse demasiado de esa aura kawaii, con la que los simps fantasean en sus delirios fetichistas.

Fotografía: instagram @eve.frsr

Entre fetiches y simps.

En realidad, podemos partir de distintos enfoques, como las e-girls que se dedican a jugar en línea y que se les puede encontrar haciendo streams en Discord o en Twitch, que envían o venden nudes o fotos eróticas; la diferencia entre cualquier chica que sea fan de jugar videojuegos con una e-girl es simplemente que la e-girl pedirá dinero o se venderá de alguna manera para obtenerlo.

¿Qué tanto se manifiesta el fetiche del gamer y el simp empedernidos por encontrar a la chica de sus sueños, tal y como la imagina, dándole rasgos de personajes que habitan el mundo del gaming? ¿O es más la astucia de una chica cualquiera que ve una oportunidad de explotar un mercado, o que genuinamente gusta de los videojuegos y no deja pasar la oportunidad de monetizar esa afición?

También podemos pensar el término e-girl como una categoría más amplia, en la que se tocan las fronteras de distintos mundos, como el cosplay, el manga, lo gótico, el estilo “lolita”, entre otras representaciones fetichistas que inundan el mercado en línea.

Como te contamos en otro artículo, el simp está solo y urgido, y la e-girl necesita atención y dinero, e incluso muchas de estas chicas brindan compañía en línea y existen sitios para contratarlas solo para que jueguen contigo. Incluso en plataformas como Fiiver ya existían servicios de chicas que se rentaban para hacer compañía a los gamers.

Se trata de las e-girls desde una perspectiva selfish, desde lo personal hasta lo laboral. Producen con un enfoque de mercancía distintas facetas de su personalidad, para ofertarla en las redes sociales, y hay cada vez más personas deseosas de esta proximidad. Basta recordar el caso de la influencer que vendió el agua de su bañera en pequeños frascos por un precio exorbitante, que los simps pagaron sin chistar.

Este llamado a ser tu propio jefe parece una fantasía implantada en las chicas con estos perfiles, porque da igual la red social que usen, los testimonios de los problemas psicológicos y de salud mental que crea este multitasking son explícitos. Es paradójico que se haya priorizado el perfil a la personalidad; que más que opinión pública se genere publicidad, y que se creen tendencias de cristal en lugar de estilos profundos.

Es más terrible pensar en que las e-girls no son solamente una tendencia inocente sobre la indeterminación de la identidad, sino solo el indicio del cambio hacia un modelo económico del consumo de personas en un sentido mucho más liberal y con restricciones mínimas.

¿Una evolución de las chicas emo o de las “únicas y detergentes”? Tú decídelo, pero sigue manteniéndolas como el simp que eres. 

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La explotación laboral en las plataformas digitales.

Precarización y explotación laboral en plataformas digitales.

Para deslocalizar y dar trabajo a personas peor pagadas, cuyos derechos son menos valiosos, ya no es necesario que los grandes capitales lleven sus inversiones y fierros para abrir fábricas fuera de los países de primer mundo, ya que basta con atraer a personas de todos los países a una plataforma donde los salarios medios son más bajos que en el país donde la plataforma está instalada.

Esta lógica de asimetría económica y política, casi un neocolonialismo, también la aplican las plataformas en los países en donde están instaladas, como Estados Unidos, Francia o China, explotando sin restricciones a sus trabajadores, ante mercados laborales locales que están saturados y ofrecen pocas posibilidades de inserción.

Los primeros ejemplos visibles fueron los de las plataformas de transporte y de delivery, como Uber, Cabify, Didi o Rappi, que llamaron a trabajadores autónomos a afiliares para constituirse como “asociados”, en una lógica laboral digital que esconde muchas caras, una más siniestra que la otra, con porcentajes abusivos, pocas obligaciones de los empleadores y la imposibilidad de sindicalización, que son solo algunas de ellas.

Las plataformas llaman a los trabajadores a ser completamente autónomos, en una visión de individualismo extremo, por supuesto capitalista, en un intento por desligar a los individuos de sus comunidades. Esta problemática se refleja claramente en estas plataformas, donde muchos trabajadores han exigido mejoras para que sea más redituable el trabajo prestado mediante las mismas.

De acuerdo con un documental reciente de DW, existen al menos 100 millones de “trabajadores del clic” que obtienen pequeñas ganancias por trabajar en alguna de estas plataformas digitales, en una imagen donde el mundo freelance y el trabajo por internet parecen un “viejo oeste” moderno, una comunidad sin ley, donde el clic más rápido podrá ganar unos centavos más que el que se queda atrás. 

Esta precarización y explotación se refleja en el hecho de que en cualquier momento, sin previo aviso, puedes abandonar estas tareas, ya que no existen contratos sólidos de por medio; pero con la misma sorpresa el trabajo puede terminar o el mánager del proyecto puede dejar de enviarte tareas para realizar.

Los microtrabajos y los micropagos en las plataformas digitales.

Cientos de plataformas de trabajo han aparecido en el ámbito digital en los años recientes, con una consigna en común: buscar el perfeccionamiento de la inteligencia artificial mejorando los algoritmos, todo mediante la fuerza laboral que tú les aportarás.

En plataformas como Appen, Lionbridge, Fiiver, o en distintos tipos de aplicaciones que aparecen cada día en la red, se ofrecen oportunidades de trabajo que implican contratos de corto plazo y de naturaleza freelance. Desde grabar pequeños videos de tus mascotas o siguiendo alguna rutina de ejercicios, hasta mejorar las intenciones de búsqueda que tienen los usuarios de motores de búsqueda.

Mediante estas pequeñas tareas, que pueden tomar desde 15 minutos a 1 hora, hasta proyectos que pueden durar un mes o más, con la promesa de trabajo semanal mínimo de 10 a 20 horas, millones de personas como tú en todo el mundo están viendo en estas plataformas una salida a la precariedad laboral y salarial que inunda el mundo fuera de lo digital.

Son microtrabajos que reditúan en micropagos, con tarifas desde fracciones de centavos de dólar por la corrección de una frase para un asistente de manejo, de 1 a 3 dólares por subir un pequeño video, o pagos de hasta 6 o 7 dólares la hora en proyectos de mayor duración.

Antonio Casilli, profesor de la Escuela de Telecomunicaciones de París, explica que estas plataformas arrastran con engaños a los usuarios, haciéndoles pensar que en todas partes hay procesos y algoritmos automáticos, cuando a menudo estas tareas se realizan a mano por personas reales; engañan también a los trabajadores haciéndoles pensar que lo que están realizando no es un trabajo de verdad, sino una tarea o una asignación, algo efímero que desaparecerá en poco en tiempo, evitando así cualquier obligación legal, laboral o de seguridad social. 

Lo cierto es que los grandes capitales siguen siendo los favorecidos con las mayores ganancias, explotando el talento y el esfuerzo de las personas que se ven orilladas a tomar estos microtrabajos por la falta de oportunidades en los mercados laborales tradicionales.

Así, la ilusión de “ser tu propio jefe” se cae a pedazos y en micropagos, que pueden tardar semanas y meses en ser procesados. A muchos no les ha quedado otra que creer que “con dos sencillas aplicaciones” van a poder generar ingresos, ante la falta de oportunidades en el mercado laboral tradicional.

El dilema que nos plantea esta etapa agresiva del capitalismo en la que estamos viviendo tiene que seguir discutiéndose en medio de la precariedad y la explotación.

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