Muzak, el soundtrack del trabajo, la producción y el consumo.

¿Cuál es el verdadero poder de la música? Sin duda, uno de sus poderes ocultos es el de la manipulación, que ha sido bien utilizado por empresas e intereses oscuros, como el caso de la compañía Muzak, que podríamos decir que se convirtió en la banda sonora soñada para el trabajo, la producción y el consumo. A la próxima, pon atención a lo que escuchas en el centro comercial.

Muzak

La formación del sonido Muzak, entre el trabajo y la producción.

Aunque de primera impresión no te suene el nombre de Muzak, seguramente identificas la música sencilla y suave con patrones repetitivos denominada comúnmente como “música de fondo” o “música de elevador”. 

Inspirada en la música clásica y la música popular americana, Muzak tomó la forma de un género musical que se apoyaba en un estilo instrumental para usar como música de fondo, caracterizado por la repetición de patrones y el empleo de arreglos simples.

Con un origen que se puede remontar a los conflictos bélicos y a la intención de controlar la mente, en 1922, George Square fundó Muzak como una compañía, que antes de meterle el soft jazz al público incauto tuvo una destacada carrera militar en el ejército de Estados Unidos. 

Usando árboles como antenas, Square logró transmitir ondas de radio secretas, y tras la Primera Guerra Mundial, ya mediante Muzak, empezó a vender dispositivos que enviaban música a través de las líneas telefónicas, cargado mensualmente a los estados de cuenta de los propietarios de teléfonos, digamos que era una especie de Spotify del pasado.

Fue hasta mediados de los cuarenta del siglo XX que Muzak logró condensar su propósito mediante una música orquestal que podía ser enérgica y suave al mismo tiempo, que captara la atención pero que también permitiera seguir con las actividades cotidianas. 

Con esto la compañía logró un programa exitoso de “progresión estimulante”, vendiendo la idea de que la música de fondo podía incrementar sustancialmente la productividad en los lugares de trabajo, y comenzó a producir paquetes de música motivacional diseñada para ponerse en fábricas y oficinas.

A partir de la Segunda Guerra Mundial los paquetes diseñados por Muzak empezaron a utilizarse masivamente en las fábricas que producían en serie todo tipo de insumos para la guerra, hasta que el conflicto llegó a su fin. Fue así que, desde mediados de los cincuenta, expertos y pseudo científicos pensaron que era buena idea introducir estos bloques de sonido para hipnotizar a los consumidores en lugar de los trabajadores de las fábricas.

El control sonoro del consumo.

Si bien para finales de los sesenta el concepto se desgastó con el entorno de rebeldía antiestablishment que generó el rock en Estados Unidos, la idea de Muzak sin duda influenció en la década siguiente el surgimiento de la música electrónica de corte ambient, o como una especie de “anti influencia” como la catalogó Brian Eno.

Mood Media y Music Concierge fueron compañías que intentaron seguir desde los noventa las ideas instauradas por Muzak, llevándola a terrenos mucho más específicos y acotados, tratando de conectar la música a las necesidades de entornos comerciales específicos. 

Desde el nacimiento de Muzak como una empresa que desarrolló la música de elevador, derivó en un concepto genérico para definir un hilo musical. En sus orígenes solo era música ambiental, pero tras la experiencia el concepto se ha quedado obsoleto por la evolución de la tecnología y las capacidades de consumo.

Sin saber de qué género se trata, quién la toca, quién canta, la neutralidad y frialdad de esta música es su propio valor. Sin que te des cuenta, está dirigiendo tus pensamientos hacia un producto, a que aceptes que estás en un espacio determinado. 

Se transmite un mensaje definido pero que no podemos explicar en palabras. En los comercios, informa al consumidor, mejora el entorno laboral y su utilidad es incuestionable.

Se trata de una herramienta de comunicación, tanto para los trabajadores como para los consumidores, ya que se busca mejorar las ventas, informar al consumidor y mantenerlo entretenido -o casi sedado- mediante el sonido ambiental.

No debe molestar o ser estridente, pero también debe llenar el silencio en un espacio; con su aparente sencillez encierra una complejidad conceptual que pocas veces notaremos. 

Sin importar el sector de consumo, esta música busca ayudar a mejorar la percepción de este, para que el trabajador permanezca lo más a gusto posible mientras trabaja.

Los músicos muchas veces aceptan este tipo de trabajos con el entendido de que se trata de una forma de composición distinto, con armonías muy relajadas y melodías que de vez en cuando den un respingo para no aburrir, y se convierte en una forma casi retadora de componer para cualquier músico.

Se trata de incentivar un engagement emocional entre el establecimiento y el consumidor, con la esperanza de que la relación sea fructífera para ambas partes; que el consumidor crea que ha encontrado lo que estaba buscando o que necesitaba y que el negocio recoja ese capital gastado por el comprador.

El legado de Muzak será por siempre el hacernos pensar en la música como una forma de control social, sea que estés estudiando, trabajando, comprando ropa o comida; vayas a donde vayas siempre estará la música sonando en el fondo.

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