Pervitin, la revolución del instinto asesino de los nazis drogadictos.

Durante el Tercer Reich encabezado por Adolf Hitler, tanto las altas esferas de mando como el grueso de las fuerzas militares estuvieron a merced del uso intensivo de drogas, siendo el pervitin, una metanfetamina, la píldora mágica que permitió revolucionar y liberar el instinto asesino de las hordas de nazis drogadictos.

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La industria farmacéutica, pilar de un régimen junkie.

No es muy común pensar en el régimen nazi como una cultura altamente permisiva con el uso de drogas en todos los niveles sociales, o seguramente el mismo régimen nunca tuvo esa visión sobre sí mismo.

Alemania se había consolidado como gran consumidor de cocaína y heroína, llegando incluso a la masificación del consumo de metanfetaminas, muy socorridas entre las huestes de soldados leales al régimen; y no solo ellos, sino que el uso de este tipo de sustancias se extendió entre los trabajadores de las fábricas y llegó hasta las amas de casa más recatadas, que podían encontrar hasta en un chocolate Hildebrand algunos miligramos de metanfetamina.

Esta relación nazi con las drogas se debió a la fuerte presencia de la industria farmacéutica, que fue clave para el régimen, al que seguían alimentando con la producción de morfina, heroína y cocaína, con grandes empresas como Bayer o Merck, que se dedicaron a sintetizar y desarrollar nuevas drogas, como el caso del eukodal, el heroin o el pervitin.

Pervitin, el verdadero potenciador de la Blitzkrieg.

Según los reportes de los científicos nazis, el cerebro tiene un mecanismo que inhibe a las personas de matar a otras, pero descubrieron que usando diversos estímulos sintéticos como las metanfetaminas era posible derribar o esquivar a esos mecanismos, desatando así en el consumidor diversos impulsos de violencia y agresión.

Fue en 1938 que dio inicio la fabricación del pervitin, considerado un fuerte estimulante del sistema nervioso central y que se puso a la venta por toda Alemania sin prescripción alguna. Al ser tan asequible, el uso del pervitin entre los nazis sin duda tuvo un efecto muy significativo en diversas campañas militares a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, lo cual a menudo es ignorado por la historia.

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La llamada blitzkrieg, o guerra relámpago, que dio tanta fama al régimen por su rapidez y efectividad en la conquista de los territorios a los que llegaban, estuvo sostenida precisamente por el alto consumo de drogas. Los convoyes debían viajar durante días y avanzar rápido para sacar ventaja del elemento sorpresa, y para este fin el pervitin era el combustible para que los soldados avanzaran sin descansar, pudiendo incluso llegar hasta tres días continuos de actividades al máximo sin cansarse.

El pervitin fue usado por primera vez de manera masiva en la invasión nazi contra Polonia, en una decisión tomada casualmente en un desayuno, donde Hitler, influenciado por su médico particular

Theodor Morell, concedió que sus tropas utilizaran esta droga para llevar a cabo la blitzkrieg con éxito.

 

Del rush a la paranoia.

Fue así como se consolidó la efectividad de esta táctica militar, con soldados drogados, agresivos, que no habían dormido en días y estaban dispuestos a matar más allá de lo recomendable. Todos amaban el pervitin y se sentían realizados con sus efectos.

Pero la supresión del sueño fue el peor de los efectos para los soldados, ya que sometían a sus cuerpos a trabajar mucho más, sin el debido descanso, generándoles un estado de paranoia permanente.

Incluso después de las incursiones terrestres en Francia, y cuando las tropas quisieron pasar a Inglaterra, se empezó a administrar pervitin a los pilotos nazis para combatir el poderío naval inglés. Pero con pilotos cansados, los efectos secundarios como las visiones dobles o borrosas provocaron múltiples choques de aviones alemanes en Inglaterra, accidentes en donde se encontró el uso de esta droga en los pilotos.

Cuando se filtraron estas versiones de que los alemanes eran fuertes y avanzaban rápido solo por el uso de metanfetaminas, los altos mandos discutieron si el pervitin debería seguir siendo utilizado, porque iba contra la ideología de una raza pura y superior a las demás.

Esta historia del uso del pervitin en la guerra podría hacernos pensar qué tanto influyó el uso de drogas en el mando que ejerció Hitler, y darnos cuenta que una raza superior, como pregonaba Hitler, no era más que una milicia drogadicta convertida a semejanza de su líder, un monstruo.

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