El futurismo italiano, la máquina veloz para romper el pasado.

El ambiente cultural y social en el que el mundo estuvo envuelto durante las primeras décadas del siglo XX vio el surgimiento de corrientes vanguardistas que intentaron explicar las nuevas realidades, en medio de guerras, máquinas y ruinas del pasado. El futurismo italiano se destacó por ser más radical que las modernidades francesas y por su propósito de romper con las tradiciones abrazando la velocidad con que las máquinas tomaban su lugar como protagonistas. ¿Crees que tenga algo qué decirnos un siglo después?

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El futurismo para rescatar a un mundo que vive en el pasado.

En 1909 un grupo de artistas pensaron que el mundo estaba atascado en un ciclo aburrido y pasado de moda, por lo que buscaron ver hacia el futuro desde su presente y celebrar las maravillas de la modernidad, la innovación y la velocidad, teniendo en mente que la tecnología sería su arma contra las viejas tradiciones.

Como concepto, el futurismo nació a partir del pensamiento del poeta Filippo Tommaso Marinetti, quien se inspiró en los paisajes urbanos, las fábricas, los transportes modernos como el automóvil, el ferrocarril y los aviones.

Marinetti plasmó en su Manifiesto Futurista un conjunto de ideas apasionadas y agresivas que buscaban poner a Italia como ejemplo del progreso y la modernidad, abrazando las industrias de vanguardia para destruir a las viejas instituciones como los museos, las bibliotecas y las academias, con el propósito de volver a escribir la cultura universal.

Si bien el manifiesto encontró eco en practicantes de la escultura, la fotografía, el cine, la arquitectura, la literatura, el teatro, la danza y el diseño gráfico, fue en un grupo de artistas plásticos donde nació la iniciativa del Manifiesto de los Pintores Futuristas, para contrarrestar la agresividad y el llamado a las armas de Marinetti, y tomar en su lugar los pinceles e incorporar esa energía cruda y vibrante a un medio artístico anticuado.

La pintura futurista y el dinamismo.

La pintura futurista utilizó elementos del neoimpresionismo y el cubismo para crear composiciones que expresaban la idea del dinamismo, la energía y el movimiento de la vida moderna.

El academicismo dejado por las tradiciones pictóricas europeas, con su alegoría a los grandes mitos fundacionales de la cultura occidental, fue sustituido por los futuristas con el movimiento, la velocidad y la fuerza.

Ya no se trataba de pintar la belleza clásica, sino de glorificar la modernidad, trayendo al lienzo a los trabajadores, las industrias e incluso a la guerra.

El pintor y escultor Umberto Boccioni fue quien plasmó en La cittá che sale (1910) esta glorificación de la modernidad, al representar la construcción de la nueva planta eléctrica de Milán con la efigie de un caballo rojo que emerge mientras a su alrededor un grupo de trabajadores trata de controlarlo.

Esta obra es fundamental para entender por qué el futurismo buscaba enaltecer el trabajo duro mediante el cambio revolucionario, en lugar de pintar hermosos querubines y musas etéreas.

En esta pintura, Boccioni usa la difuminación para expresar la fuerza y el dinamismo de la repetición mecánica, en una técnica conocida como divisionismo, que marcó la pauta para el desarrollo del lenguaje pictórico futurista.

Por supuesto, la pintura no fue el único medio donde se plasmaron las ideas del futurismo, ya que en cada país los artistas de otras disciplinas vieron en el futurismo una manera de entender la impronta de la modernidad, coincidiendo en la glorificación de la tecnología.

La cittá che sale, de Umberto Boccioni.

¿Qué vemos del futurismo hoy?

El alcance de la propuesta planteada por el futurismo es relevante, puesto que pensar que solo estuvo asociado al fascismo es reducirlo a los grandes estandartes del movimiento y a la obvia influencia de la figura de Mussolini. 

En realidad, el movimiento y los manifiestos que surgieron a partir de él generaron todo un activismo artístico llevado hacia lo avant-garde, al surrealismo, el art nouveau, al constructivismo, el arte ruso posterior a la revolución, así como a posturas políticas como el comunismo, el anarquismo práctico y también al antifascismo dentro de sus propias filas.

En 2014 el Museo Guggenheim exhibió la muestra “Italian futurism (1909-1944), Reconstructing the universe”, donde presentó una retrospectiva de lo más destacado de esta corriente, con obras que nunca habían salido de Italia, para dar una visión de conjunto sobre cómo imaginaron los artistas de esta corriente durante ese periodo lo que le depararía al mundo.

Incluso hoy en día podemos hacer la comparación entre la técnica pictórica del divisionismo, que aísla ciertos elementos de un mismo objeto para segmentarlos y ponerlos en otra perspectiva, con la disociación que inflige en nosotros el uso de la tecnología. 

En ese entonces, los futuristas hicieron de las nuevas tecnologías como los medios de comunicación, las máquinas de las fábricas y los medios de transporte modernos sus aliados para llevar a la humanidad hacia adelante; incluso si recordamos la primera propuesta de Marinetti, se consideró a la guerra y la violencia como medios necesarios para hacer que el mundo avanzara.

No somos ajenos a esas ideas, puesto que justo ahora podemos ver cómo los líderes mundiales se debaten en guerras mientras el resto nos quedamos atrapados en dispositivos y aplicaciones que nos dan la ilusión de que estamos avanzando.

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