Vaporwave, el vapor de la nostalgia por la música.

Estatuas griegas y bustos romanos sobre un paisaje tropical digitalizado, hecho con recursos del diseño digital más antiguo y ejecutado con errores. Se trata del fondo de pantalla de la nostalgia por la música que se evapora, y el vaporwave es la estética que define este momento.

colorful-3d-shapes-in-vaporwave-style (1) Vaporwave

Vaporwave: un género construido desde la nostalgia.

Entendido como un término bastante pretencioso, el vaporwave comenzó su entrada en las listas de músicas alternativas con ese estigma de querer decir mucho demostrando poco.

Parece proceder de “vaporware”, que hace referencia a un término de negocios que describe a un producto que es anunciado al público pero que nunca es lanzado, así como un término marxista que describe una repetición perpetua de ideales que no son concretos ni significativos, descritas como olas de vapor, como una crítica al capitalismo moderno.

Desde el inicio de la segunda década del presente siglo, el vaporwave se gestó en los foros de Tumblr y Reddit, como una tendencia musical que nunca negó su origen en el internet, por lo que muchos piensan que realmente es el único género completamente globalizado, al nacer de un no-lugar como internet.

Hablando estrictamente de la música, el vaporwave trae una ola cálida de influencias como la llamada elevator music del estilo ambient de Muzak, el funk y el smooth jazz. Frecuentemente mantiene una amalgama entre el funk y el soul ochentero reproducido con un pitch más bajo, mezclado con el italo disco y el chillwave, entre otras derivaciones provocadas por la nostalgia.

Como si se tratara de una broma de la propia música contra sí misma, muchos no auguraban una larga vida al naciente género, porque en sí se trataba de la glorificación del robo del arte ajeno para hacerlo pasar como propio bajo una nueva etiqueta y generarle un mercado. 

Pero si se observa que, durante esos primeros años, todos estos mixtapes que aparecieron mandaron a hordas de jóvenes de hasta 15 años a sumergirse en la búsqueda de los samples más oscuros del funk ochentero para sacarlos del olvido con nuevos cortes, bajo compilaciones con nombres exóticos en japonés.

Plataformas como Soundcloud y Bandcamp están llenas con cientos, sino es que miles de ejemplos de esta música robada y rebajada, lanzada frecuentemente por estos aficionados a excavar las minas en busca de esas joyas auditivas.

Si bien algunos pueden ver esta interpretación como algo negativo, sus defensores equiparan al vaporwave con un movimiento “punk digital”, que atenta contra los conceptos fundacionales de occidente, -como la propiedad privada e intelectual- mediante la existencia de este género, bajo la premisa de que se trata de música como una forma de arte anónimo destinado para personas anónimas, pilares sobre los que fundamenta su aura estética.

El vapor del anonimato a e s t h e t i c.

Además de su consolidación como un género musical, el vaporwave también es un elemento clave para la lectura y composición de diversos objetos media, sonoros o audiovisuales que circulan desde hace algunos años por internet.

Para encontrar su propia estética, el vaporwave ha mirado a los referentes culturales de las décadas de los 80’s y 90’s, con una marcada obsesión por la cultura japonesa, y traído toda esa nostalgia a nuestros dispositivos.

Internet se ha vuelto un vehículo del que no podemos bajarnos, y la práctica de la digitalización de distintos registros de datos es, a su vez, la recuperación de aquellas series, comerciales y videos musicales, la recuperación de los afectos, memorias y promesas, como señaló recientemente el doctor Fernando Molina, experto en estética y semiótica.

Se trata de un código de reinterpretación de elementos de la cultura visual publicitaria, las tecnologías y la producción cultural desechable de las últimas tres décadas. Son como “residuos, ruinas, restos dialogando y resonando entre ellos”. 

Pensando desde la presencia de la nostalgia en este rescate musical, surge el peso de la melancolía como la clave que detona la sensación de que algo falta, de que nos han quitado algo.

Así, mediante la parodia, la distorsión y el simulacro se muestra el verdadero funcionamiento de la narrativa del capitalismo, como una extensión del anonimato y la melancolía presentes en el vaporwave, que se constituye también como un examen a las sociedades de consumo y su aparato publicitario.

La promesa nunca realizada y la cultura que su impulso utópico erige a su alrededor son dos elementos constitutivos del vaporwave como producto de una modernidad problematizada.

Como lo mencionó el filósofo Giles Deleuze, en “Lógica del sentido”, donde hacía referencia a los “acontecimientos vapor”, como intersticios entre las cosas, un movimiento de refracción que exhibe lógicas de poder de carácter fantasmático.

A partir de esta tendencia de tomar la vieja publicidad de las grandes marcas y “redistribuirla” de manera creativa para defender un postulado estético, se llegó a un hartazgo en el que muchos ya no se reconocen, y se empieza a proclamar la muerte del vaporwave en distintos foros de internet. 

Parece así que el género está condenado a morir en un sepulcro de ironía y cinismo, a menos de que algo cambie. Para quienes observen con mayor atención, entenderán que no se trata de un simple consumo irónico, sino de un compromiso estético para torcer y desnudar de manera burlona la promesa vacía del capitalismo. 

Aunque muchos sigan dando por muerto al género, podría decirse que en realidad la música en general ya estaba muerta, y el vaporwave solo se disfrazó de buitre y bajó a devorar el cadáver.

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