Charli XCX, el culto a la deidad futurista del pop.

Movida siempre por un ímpetu vanguardista, Charli XCX ha estado algunos pasos adelante respecto de su competencia dentro del mundo del pop, investida de un aura casi profética que nos guía hacia el futuro de la música. Siendo la cara más visible del auge de la tendencia del future pop, ella misma ha enterrado las etiquetas para entregar en “Crash” un álbum que podría ser la última pieza en el rompecabezas del futuro de la industria musical.

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Charli XCX vs la industria musical.

En sus trabajos anteriores a “Crash” el sonido de Charli XCX estuvo siempre presionando las fronteras entre distintos géneros, en una búsqueda experimental y avant garde sobre las posibilidades de la música pop.

Con este nuevo álbum refleja que puede hacer todo lo que ya hizo antes y aun así entregar un disco que podría ser la pieza más perfecta del pop.

La industria musical apenas está flirteando con Charli luego de haber entregado discos, ep’s y sencillos que, si bien crearon una base de fans muy leal que la convirtieron casi en la deidad de un culto futurista y distópico y que conectó con su búsqueda, no gozaron de mucha atención e incluso fueron incomprendidos por el gran público de la música pop, que vio en esos trabajos algo difícil de disfrutar y digerir.

Su penetración a la industria comenzó con sus colaboraciones con artistas mejor posicionados en ese momento, como Iggy Azalea, David Guetta, o el éxito de “I love it” de 2012 con Icona Pop. Pero fue poco a poco dirigiéndose hacia terrenos más complicados que a la vez le dieron los matices que actualmente la caracterizan. 

Desde su punto de vista un tanto cínico, la británica siempre ha estado apuntando hacia la falsedad de la fama y el inminente colapso de la industria musical. No ha dudado en hacer referencias a los rituales de paso que los aspirantes a estrellas del pop deben cumplir para ser aceptados en ese “inner circle” que es la industria de la música.

Con su más reciente disco, deja muy claro que sabe cómo funciona la maquinaria y que puede cambiarle piezas a su conveniencia, viviendo a costa del star system que tan acertadamente ha criticado.

“Crash”, el golpe inminente del futuro.

Desde “Vroom vroom”, su EP de 2016 producido por SOPHIE, la mayoría de la crítica comenzó a colocar a Charli XCX como la abanderada del sonido que tendrían los discos de pop en la siguiente década, y con cada lanzamiento posterior a este EP se confirmaba esta tendencia. Así pasó con “Pop 2”, “Charli” y “How I’m feeling now” hasta llegar a su reciente “Crash”.

El estilo hyper pop futurista y vanguardista que siempre ha caracterizado a Charli no se evaporó del todo, sino que en “Crash” encuentra la oportunidad perfecta para decirle al mainstream que ella puede hacer y deshacer el pop cuantas veces le dé la gana, que puede componer nuevas y pegajosas melodías incluso utilizando samples muy identificables, dándoles la vuelta por completo.

Por otro lado, la propuesta vocal de Charli ha sido atacada pero pocas veces interiorizada como un arte completo; se le critica el uso excesivo de autotune, a pesar de que la manera en que usa esta herramienta para crear capas y voces que casi se transforman en sintetizadores, dota a cada track de una profundidad innegable.

En “Crash” podemos apreciar la manera en que se arremolinan las distintas capas vocales y de sintetizadores alrededor de bajos y baterías muy presentes y pegadas, e identificar el homenaje a los highlights de las últimas cuatro décadas de la música, desde Janet Jackson, el sonido house noventero y el propio legado que ella ha creado y que ya es referencia.

Con este cúmulo de recursos que han redituado en canciones pegajosas pero muy bien construidas, muchos puristas se han quedado de que este disco sea “el más comercial” de la artista.

Quizá no han notado que podría haber referencias al escritor J. G. Ballard y la adaptación de su cuento -igual titulado “Crash”- al cine por parte de David Cronenberg. Esta historia se desarrolla en un ambiente lleno de seres excitados por el tacto del acero y que fantasean con los accidentes de tráfico y el dolor que provocan. 

Justo en la portada de “Crash”, Charli se ofrece ella misma como un delicioso cadáver de carne y sangre listo para ser devorado por la hambrienta e insaciable industria musical.

No hay más futuro que el presente.

Charli está teniendo un gran año con el arranque de su gira para promocionar “Crash” por Europa y América del Norte, viviendo a plenitud su presente musical mientras todos teorizamos sobre su propuesta para el futuro.

A finales de junio estará reafirmando su exitoso presente con una presentación virtual en el Upside Down de la serie Stranger Things, alternando con Soft Cell y The Go-Go’s, dos leyendas de los ochenta, en una síntesis de lo que son sus propias influencias y su visión hacia el futuro.

Este gesto nos recuerda lo importante de entender que cada una de las décadas pasadas en que floreció el pop a nivel mainstream ha tenido su propia estética, determinada por las condiciones que le tocaron: desde la grandeza delirante de los aceleracionistas en los ochenta, o la inconformidad depresiva antisistema de los noventa.

Todo esto hasta llegar al inicio de la segunda década del siglo XXI donde nos inundan los productos desechables del capitalismo, donde en la degradación de las voces que nos guíen hacia el futuro y en medio de un aislamiento obligado, quienes han comprendido el cubo negro en el que viven aplican microdosis de nihilismo para lidiar con el ruido incesante y el descontento por la deshumanización.

Tal vez Charli no quiere ser una deidad futurista del pop como sus fans desean, sino reflejar la aplastante realidad del presente mediante las herramientas que están en esta dimensión. 

Jamás ha sido su preocupación enarbolar complicadas teorías sobre lo que puede llegar a ser la música, sino que está denunciando desde su momento actual en el pop cómo ve la decadencia de una industria musical sumergida en la nostalgia y la frustración.

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