Los vapores sexuales en la sauna del placer.

¿Cuántas historias te han contado sobre la actividad sexual que se puede generar en los baños de vapor? Al menos en México, los mitos urbanos sobre lo que sucede en los baños públicos son abundantes y han creado incluso ciertos estigmas y prejuicios sobre estos lugares. Pero es cierto, los vapores sexuales emanan de las saunas donde los visitantes asiduos buscan el placer y la relajación.

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Conociendo los baños de vapor.

Tan lejos en el tiempo como desde la era neolítica, la tradición de los baños públicos ha ido cambiando con el paso de los años y adaptándose a la evolución de distintas culturas y sus normas sociales.

Los baños de vapor y las saunas son métodos de limpieza y purificación que van más allá de lo ordinario, por la carga ritual que contienen. En muchas culturas alrededor del mundo puedes notar la importancia histórica que han tenido estos espacios, desde los famosos baños turcos, los baños romanos de vapor, e incluso los temazcales mesoamericanos.

En el caso del temazcal mesoamericano, su importancia en la vida social y religiosa de los pueblos era determinante. Tanto mayas, tarascos, mexicas y diversos pueblos mesoamericanos utilizaron estos baños de vapor con tales fines, y los vestigios arqueológicos han sido encontrados con más frecuencia en centros ceremoniales y además asociados a los juegos de pelota.

Las funciones de estos temazcales eran diversas, desde la higiene, tratamientos terapéuticos relacionados con enfermedades y los partos, así como una importancia religiosa y ritual innegable, porque constituían parte de la cosmogonía de estos pueblos, desde el viaje al inframundo, el nacimiento y la fertilidad.

Del otro lado del mundo, durante el antiguo Imperio Romano, la cultura de los baños públicos de vapor se expandió por todos los territorios que llegó a dominar Roma, teniendo una especial influencia durante el periodo del Imperio Bizantino y posteriormente en la conformación de la cultura turca.

Llamados “hammams”, estos espacios estaban pensados para tener una limpieza extrema, un recinto donde purificar el cuerpo iba de la mano con purificar el alma. Era tal su popularidad que eventos importantes en las vidas de las personas tenían lugar aquí, e incluso los rituales de baño fueron incorporados a bodas y nacimientos.

A diferencia del temazcal, donde el concepto es simular una expedición al centro de la tierra, una antesala al inframundo para después renacer, el “hammam” consiste en tres áreas distintas: un cuarto de vapor caliente con una gran piedra de mármol donde los bañistas se acomodan para recibir un masaje, una habitación cálida para bañarse, y otro cuarto más fresco para descansar después del ritual de relajación.

¿Crees que hayan tenido lugar orgías y todo tipo de actividades sexuales en los baños de vapor de estas culturas? Si actualmente esto es una realidad, no es difícil imaginar que antes también ocurrió.

El placer sexual en la sauna.

Hay una idea colectiva que le adjudica connotaciones sexuales a las saunas y los baños de vapor, y a partir de estas concepciones se puede especular todo tipo de fantasías para quienes jamás han pisado uno de estos recintos, porque el sexo en el vapor es una realidad. 

Las normas sociales y culturales que rigen en estos recintos son variadas, requieren de artilugios, conductas y etiquetas específicas en cada lugar. Como en los actuales baños turcos, donde como visitante una vez que entres van a darte una toalla, un par de sandalias y una fibra abrasiva para la exfoliación de la piel. Por lo general, es una regla la separación por sexos y la desnudez queda a criterio de cada bañista.

Debido a que por mucho tiempo y en muchas culturas estos baños eran un ambiente exclusivamente masculino, hasta la fecha sigue existiendo una mirada homoerótica sobre estos lugares, dándole un aura de que algo morboso e ilícito se lleva a cabo ahí adentro. Sin duda, se trata de uno de los espacios típicamente asociados a lo queer, donde se tomó posesión de este con toda la intención de convertirlo en algo exclusivo.

La manera en que cada grupo y cultura se apropia de espacios como estos tiene distintas variaciones, como el caso de Finlandia, donde se estima que existe al menos una sauna por cada 2 o 3 habitantes y se ha constituido como un rasgo cultural específico.

La sauna finlandesa no tiene tanto vapor como en el sistema de baños turcos, con temperaturas que alcanzan los 90 grados Celsius, donde para hacer más húmedo el ambiente se debe tirar agua sobre piedras calientes.

Lo curioso entre los finlandeses es que incluso la sauna podría no tener connotaciones sexuales, porque mostrarse desnudos frente a los extraños con los que se comparte no es algo que cause algún complejo o deseo no correspondido.

Incluso muchos finlandeses consideran la sauna como un lugar casi sagrado, donde se acude a una limpieza profunda y purificación de la piel y la mente, un lugar donde solían nacer bebes debido a que estaba esterilizado completamente; a fin de cuentas, un recinto donde nadie pensaría en tener sexo.

Para algunos la experiencia podría perder toda la fuerza de deseo creada por la expectativa, al encontrarse con bancos de madera incómodos en los que no se puede soportar tanto calor como para continuar con la faena sexual.

Estar calientes en la sauna, jadeando, rodeados de vapor y ese aire cálido que te hace sentir que no puedes respirar, tal vez no correspondería a la idea inspirada en una película porno que tenías antes de entrar. 

Claro, el sexo es bueno a toda hora y en todas partes, y no te culpamos por intentarlo en la sauna para liberar esos vapores sexuales del placer; pero tal vez, si lo piensas dos veces, conozcas un mejor lugar para hacerlo que en un baño de vapor.

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