Vicente Fernández, los últimos días del charro cancelado.

Cuando mueren las grandes figuras de la cultura popular es inevitable que todos sintamos la necesidad de dar nuestra opinión, ya sea para recordar cuánto nos influenciaron o para criticar a quienes desaforadamente externan su dolor. Con la reciente y lamentable muerte de Vicente Fernández millones recordaron sus canciones, mientras que otro sector decidió insistir en “cancelarlo” por ser la representación del macho misógino y homofóbico.

f960x540-4371_78446_0 Chente Cancelado (1)

Luces y sombras de la figura del charro.

El cantante jalisciense Vicente Fernández, un ícono que representó la música vernácula mexicana, murió el pasado domingo 12 de diciembre a los 81 años, luego de un periodo de cinco meses de hospitalización derivados de la caída que sufrió en su rancho.

Fueron más de 50 años de carrera los que acumuló Vicente Fernández, combinando su vida personal con un matrimonio que casi llegó a los sesenta años, yendo a dar conciertos que en muchas ocasiones superaban las tres horas de duración, con la garganta cansada y fingiendo que se echaba la botella entera en pleno escenario, a pesar de que no tomaba.

Al ser tal vez el último representante de peso de la música ranchera mexicana, se habría pensado que sería homenajeado en el Palacio de Bellas Artes, como ocurrió con figuras como Juan Gabriel después de su muerto. Por este motivo, a muchos pudo sorprender la negativa de la familia del Charro de Huentitán de no llevar su cuerpo a ser homenajeado a ese recinto, y se escucharon lamentos y reclamos sobre la razón de esta decisión. 

Lo cierto es que la postura de Vicente Fernández, estando todavía vivo, fue determinante en este aspecto: él se negó incluso a actuar en ese recinto debido a que, cuando fue invitado a presentarse, las autoridades del lugar no entendieron que él quería ver al pueblo en las butacas, a los fanáticos de toda la vida que han cantado y sentido sus canciones, y no a un grupo de funcionarios estirados que aplauden con guantes.

Si bien su carrera fue muy fructífera y lo confirmó como el referente de la canción ranchera, su trayectoria nunca estuvo exenta de polémicas, debido a que siempre fue vinculado por la crítica con las posturas machistas y misóginas que siguen arraigadas en la sociedad mexicana. La figura -humana, al fin y al cabo- no deja de tener claroscuros tal como todos nosotros.

La autora argentina Olga Wornat, publicó una biografía no autorizada sobre Fernández bajo el título “El último rey”, donde se empeña en desmitificar el aura del ídolo. Reconociendo su enorme perseverancia para lograr construir su efigie -cosa nada fácil-, Wornat se concentra en esta obra en los claroscuros que como persona tuvo el cantante.

Opresor de una esposa sumisa, experiencias como el secuestro de uno de sus hijos e incontables escándalos de Alejandro Fernández, su hijo más famoso y quien siguió sus pasos, son solo algunos de los episodios polémicos con los que tuvo que lidiar Chente, evidenciando que su familia es tan disfuncional como cualquier otra.

Sumado a esto, destaca el vínculo de la gira de despedida que realizó en 2016 con una investigación iniciada por la DEA y la Policía Española, debido a los rumores de que el Cártel de los Valencia estaba lavando dinero mediante los conciertos.

Para esta escritora y para muchos detractores del charro, él siempre representó la figura del macho misógino, infiel y homofóbico.

Créditos: Facebook

Medio siglo de carrera aplastada a tuitazos.

Cuando aplicamos conceptos e ideas del presente para juzgar hechos que ocurrieron en el pasado podemos caer en anacronismos; es decir, juzgamos con ojos equivocados un contexto que no nos tocó experimentar.

Con la facilidad que las redes sociales nos han dado para amplificar nuestras opiniones, tendemos a utilizarlas a nuestro antojo para dejar en claro qué causas defendemos y cómo deberían pensar las personas que nos siguen.

Bajo estas ideas, la reciente muerte de Vicente Fernández provocó un malestar profundo entre quienes siempre escucharon su música y se relacionaron con ella. La atmósfera de cantina, hombría y romanticismo charro sigue instalada de manera nostálgica en las personas que siguen recordando la carrera del cantante.

El arquetipo del charro incluye diversos adjetivos: mujeriego, parrandero, violento; pero también nostálgico, que le canta a la madre, a la familia, al terruño y a las mujeres. Si bien ya no es algo común “grabar en la penca de un maguey” nuestros nombres, los resabios de ese romanticismo siguen teniendo peso para algunas personas.

Para las nuevas generaciones adictas a opinar desde sus perfiles en redes sociales, si bien pueden conocer el legado de canciones que dejó Chente y escucharlas de manera indirecta, lo importante a destacar son los atributos negativos que se esconden en la obra de este artista. Desde Twitter se propagó toda una campaña para pedir su cancelación por “toquetón” y por propagar en sus letras todo un cúmulo de “toxicidad romántica”.

En un meme que se viralizó respecto a la partida de Fernández, se lee: “Le gustaba manosearle las t3tas a las mujeres, era homofóbico, mujeriego y le iba a escupir en la cara a Trump; aun así, allá va el mejor cantante de rancheras y compañero de borracheras”. 

La música e interpretaciones que deja Vicente Fernández será su legado, filtrada mediante la figura de charro acompañado de su mariachi que alimentó toda su vida; los claroscuros de su vida personal, sus opiniones sobre lo social, lo político o religioso, también serán recordadas por quienes quieran ponerle atención y seguir atacándolo por ese lado.

Lo que nos debe quedar claro a todos, fans y detractores, es que el tiempo implacable siempre se lleva a los ídolos, por mejor construidos que estén.

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