MK Ultra, el control de la creatividad musical.
Es cierto que en internet es fácil encontrarse con promotores de teorías descabelladas sobre la música. Una muy frecuente es que grupos Illuminati intervienen en la mente de las estrellas de la música, pervirtiéndolas y exigiéndoles pautas y comportamientos que ayuden a conseguir un nuevo orden mundial mediante la dominación cultural.
Para muchos conspiracionistas el programa Monarca MK-Ultra ha estado controlando a muchas de las divas del pop mundial, con la intención de promover agendas específicas y colocar temas y modas en el ideario popular. Masonería, reptilianos, ritos satánicos, hipersexualización, incitación al consumo de ciertas drogas y terapias de electroshock, son solo parte de esos temas que ya son asociados a estas manifestaciones.
“Good ones”, el más reciente video de Charli XCX ha provocado que volteemos nuevamente a las historias sobre el fuerte control que los dueños de la industria musical ejercen sobre la creatividad de los artistas. Quizá en la manera irónica en la que siempre se ha manejado la estrella británica del future pop, se esconden algunas claves para entender cómo este dominio industrial condiciona la salida de nueva música.
Son famosos los casos de las llamadas “divas del MK Ultra”, desde Britney Spears que ha jugado en muchos de sus videos con la idea de obedecer a intereses superiores que la mantienen en cierto estado de esclavitud, hasta Katy Perry en “Chained to the rhythm” donde imagina un mundo encadenado a un solo ritmo, o las polémicas presentaciones de Lady Gaga en eventos como los VMA’s.
En todos estos casos y en muchos otros, podemos darnos cuenta de que las estrellas pop parecen estar hablando con imágenes y símbolos de un universo creativo que se presta a muchas interpretaciones, no todas ellas alentadoras. La creencia en que existen intereses perversos detrás de las grandes estrellas de la música ha permeado la historia del entretenimiento popular en todo el mundo globalizado,
Las alusiones al satanismo y otros cultos velados, la transmisión de ideologías específicas, y el condicionamiento social mediante la música, son solo algunas de las manifestaciones que han tenido estas especulaciones y “teorías de conspiración” sobre la música.
Dándole un esperanzador mensaje a los nuevos talentos que quieren llegar a la cima de la industria musical, Charli XCX les advierte de las cuotas que se tienen que asumir y reafirma: “it only get worse”.
Ser creativos en los tiempos de Spotify.
¿Qué tal tu Spotify wrapped de este año? ¿Todo cool? ¿Te hiciste notar con tu exquisito gusto musical entre tus amigos compartiendo tu resumen?
La plataforma nos hizo creer que vivimos nuestra propia película y que el soundtrack de vida que suena en ella es único; que nuestros artistas favoritos son casi como de la familia y que tenemos un aura musical que nos define y que ellos conocen muy bien.
Sin duda, la plataforma creada por Daniel Ek ha sabido cómo capitalizar la emoción humana de la distinción mediante el gusto, dejándonos sentir que tenemos el control y que podemos mostrar a los demás una parte muy especial de nosotros que nos hace diferentes, incluso muchos llegamos a sentirnos superiores solo por las cosas que escuchamos y compartimos.
Ante el anuncio de que el dueño de Spotify decidió invertir 100 millones de euros en la startup HelsingAI, que desarrolla armas usando la inteligencia artificial, muchos artistas independientes y creadores de contenido elevaron sus quejas y deploraron esta decisión, haciendo incluso un llamado a boicotear a la plataforma.
La advertencia de muchos de quienes suben su contenido a la plataforma es directa, al no estar dispuestos a seguir colaborando con una corporación que cobra y se beneficia de los artistas para financiar supuestos programas de seguridad nacional que, en realidad, son mecanismos para la guerra.
De por sí, la compañía durante años ha venido aprovechándose de la creatividad de los artistas al pagarles migajas, justificándose en que el modelo de negocios no es sustentable y tenía que recurrir a meterle publicidad a los usuarios que quieren todo gratis, sin contar a los que pagan puntualmente su servicio mensual o mediante tarjetas de prepago.
No son nuevas las quejas en contra de la manera en que Spotify ha manejado el contenido que los artistas suben, con la esperanza de llegar a más ojos y oídos, y de ser incluidos en las playlists de los curadores que tiene la compañía. Si el escudo era que la industria discográfica está en declive, ahora Spotify pone a la baja la creatividad musical en pro de la competencia despiadada por alcanzar un lugar en esas listas.
Los artistas que tienen conciencia se ven así comprometidos a resolverse en la diatriba entre si seguir prácticamente regalándole su contenido a la plataforma con el fin de llegar a más público, o el de tener que renunciar a este alcance debido a lo poco ético que puede ser que el dinero que se genera en la plataforma vaya directamente al financiamiento de herramientas bélicas.
La intención de embates de este tipo como el perpetrado por Spotify, o la presencia de aquellos intereses oscuros que ambientan la industria musical, es la de dejarle la responsabilidad ética y moral al consumidor.
Entre más desmoralizado y neutralizado para el consumo nos mantengan, para ellos siempre será mejor. La amenaza está ahí, al acecho: la creatividad musical debe seguir existiendo a pesar de Spotify, a pesar de amenazas como el MK Ultra; tiene la misión de resolverse a sí misma y seguir su cauce hacia el espíritu humano.