La estafa perfecta.
El pasado San Valentín nos dejó reflexivos sobre las maneras en que nos aventuramos a conseguir el amor. Las aplicaciones de citas son cada vez más utilizadas para este fin, a pesar de los riesgos y peligros que existen, que en muchos casos han tenido consecuencias fatales.
The Tinder Swindler (2022) cuenta la historia de tres mujeres que fueron estafadas por Simon Hayuk, mejor conocido como Simón Leviev, quien se encargó de confeccionar un sistema casi perfecto para embaucarlas, que se activaba con cada match en Tinder.
La trama central está articulada para desenmascarar la manera en la que Leviev llevaba a cabo sus engaños, comenzando por aparentar una vida de lujos y extravagancias, respaldando todo su personaje mediante páginas web oficiales y otras pruebas de validez en el mundo digital.
Leviev comenzaba mostrándose detallista, atento y preocupado por las mujeres con las que salía, creando un escenario de confianza con ellas, para entonces mostrarse como una persona vulnerable a pesar de la opulencia en la que decía vivir, enganchándose a la vida emocional de sus parejas.
En términos simples, Leviev usó Tinder para aprovecharse de mujeres y robarles su dinero. Con todo lo que exprimió de sus víctimas se paseó por ciudades europeas, se dio la gran vida con cenas en lujosos restaurantes, estancias en hoteles de cinco estrellas, renta de autos exclusivos y viajes en avión privado.
Tras un mes de trabajar las emociones de sus parejas y crear cierto tipo de dependencia podría venir la primera petición directa. “Mis enemigos están tras de mí, necesito que pidas un préstamo de 25 mil dólares y me lo des en efectivo”. El escuchar frases como esta puso en estado de estrés y ansiedad a las mujeres a las que Leviev orilló a que accedieran a estas solicitudes.
Este fue solo el inicio de las presiones que orillaron a sus víctimas a contraer préstamos con bancos y todo tipo de financiamiento para no sentirse culpables, ya que la estrategia de Leviev fue siempre victimizarse. El amor y el deslumbramiento de la primera cita se transformaron entonces en un odio hacia el sentimiento de sentirse humillado por parecer tonto como para ser engañado.
El amor y el odio, entre las apps y la realidad.
La estética de The Tinder Swindler está mediada por el conflicto entre realidad y virtualidad; descansa en el mundo que las personas hemos construido en línea, donde a través de aplicaciones como Tinder o Instagram podemos manipular nuestra imagen, intereses y características como avatares, en una suerte de cuento con una moraleja al final.
El documental está bien hecho y nos mantiene pegados a la pantalla, porque juega con la expectativa que crea lo complicado que es poder llevar a la justicia a personas que cometen este tipo de fraudes.
Además, toda la parte visual del documental está basada en el juego entre Imágenes de videos reales, mezcladas con conversaciones, archivos de audio, comprobantes de transferencias, depósitos y préstamos. Como si la víctima sacara su smartphone y te fuera contando y mostrando las pruebas; abriendo a fin de cuentas la posibilidad de que conozcamos cómo ella vive el romance desde su avatar en una app de citas.
El quedar expuestos y vulnerables de esta manera abrigó en las víctimas un sentimiento de venganza, intentando que el estafador pagara algo de lo mucho que las perjudicó. Muchas críticas del público les dicen que “eso les pasa por tontas”, que fueron “banales y ambiciosas, cómo se dejaron deslumbrar”, y han tenido que hacerle frente a este sentimiento.
Sí, quizá es prudente pensar en que un multimillonario hijo del dueño de una empresa de diamantes no estaría buscando el amor en Tinder. Tal vez no sería lo ideal que en tu primera cita te vayas de viaje en avión privado con un match de Tinder; probablemente solo si una persona se muestra descuidada y cegada con el perfil “interesante” como el de Leviev.
¿Realmente le falta al documental ser aleccionador? La brutalidad de las redes sociales no se hizo esperar contra las “interesadas” y “cazafortunas”, que fueron en realidad víctimas del engaño de un criminal con un sistema de fraude muy bien aceitado y que trabajaba como un reloj.
Las tres mujeres víctimas de Leviev siguen pagando las deudas que contrajeron, mientras el estafador solo pasó cinco meses en la cárcel y nunca fue acusado formalmente de fraude. Vive en Israel y sigue mostrando un estilo de vida ostentoso en sus redes sociales, a pesar de que tenía denuncias en al menos siete países diferentes.
¿Hubieras notado las red flags si te hubieras encontrado el perfil de Simon en Tinder? El juego de realidad y ficción al que podemos entrar al descargar una app de citas como Tinder tiene sus consecuencias, como borrarte las barreras entre el amor y el odio.