Las causas de la falta de agua.
El cambio climático, el mal manejo de las presas, la corrupción en la explotación de los mantos acuíferos, la proliferación de tomas clandestinas y la falta de lluvias son los factores principales señalados por el gobierno de Nuevo León como causas del desabasto de agua potable que sufre actualmente el estado.
Desde 2015 las presas de Cerro Prieto y La Boca han reportado niveles por debajo de lo normal, y en febrero de este año estuvieron casi a punto de secarse, por lo que las autoridades emitieron una declaratoria de emergencia para la población, haciendo un llamado puntual para suspender el uso excesivo e innecesario del agua.
De acuerdo con las mediciones más recientes, México es el segundo país con mayor estrés hídrico en América Latina, principalmente en los estados del Norte y Noroeste; además, las estimaciones indican que el Valle de México, la zona más densamente poblada del país podría quedarse sin agua en cuarenta años.
El Monitor de Sequía en México operado por la Comisión Nacional del Agua clasificó en su reporte más reciente al estado de Nuevo León en los niveles D1 (sequía moderada) y D2 (sequía severa), principalmente en la Zona Metropolitana de Monterrey.
En realidad, más del 80% del territorio nacional padece de algún grado de sequía y las autoridades no parecen lo suficientemente preocupadas como para implementar soluciones que ayuden a la ciudadanía, más allá de hacer recortes en el suministro. Son prácticamente inexistentes los planes de largo plazo para asegurar, aunque sea un poco de agua para los mexicanos del futuro.
Los neoleoneses sufren sin agua.
Desde el mes de marzo las autoridades de Nuevo León anunciaron que todos los días, de 6 de la tarde a 6 de la mañana, se reduciría la presión de agua potable en varias zonas de Monterrey, como una medida de su plan “Agua para Todos” para hacer frente a la crisis por falta de agua.
Con la baja presión y los bajos niveles en las presas, la poca agua potable sale sucia de las llaves, mientras la Secretaría de Educación estatal modificó los horarios de clases en la Zona Metropolitana de Monterrey, dejando en los padres de familia la decisión de mandar o no a sus hijos a la escuela, donde los esperan baños sucios e incomodidad.
Con el paso de los días, los anaqueles de la sección de agua embotellada en los supermercados prácticamente se vaciaron ante las compras de pánico que realizó el público, por lo que se condicionó la compra para permitir un máximo de 5 botellas de agua por cliente.
Los galones y tinacos han registrado escasez por la alta demanda, ya que la población busca distintos medios para poder almacenar el poco líquido disponible durante los horarios en que se activa el suministro de la red de agua potable. En medio del temor y la necesidad, los abarroteros han elevado el precio de las botellas de agua en sus negocios.
Colonias residenciales del sur de Monterrey se han quedado sin agua, mientras miles de afectados por los recortes se manifestaron frente a Palacio de Gobierno para exigir que se resuelva el desabasto que prevalece desde el 22 de marzo, a pesar de que las autoridades habían prometido que el suministro se daría todos los días de 4 a 10 de la mañana.
Hay familias desesperadas que han pasado hasta 20 días sin una gota de agua, criticando que en otras zonas como San Pedro Garza García sí se siga garantizando presión suficiente para el riego de jardines, albercas y hoteles, situación que ha hecho evidente una vez más el abismo social y de clase que prevalece.
El manejo político de la crisis por el agua.
Entre las medidas emergentes adoptadas por el gobierno del estado se destaca la construcción de al menos 30 represas en el área de Topo Chico para recolectar el agua de lluvia, en lo que se considera ya la peor sequía en los últimos 30 años. Además, el esquema de recorte de agua podría prolongarse hasta diciembre de este año si no se registran lluvias suficientes.
Juan Ignacio Barragán, director de Agua y Drenaje del Municipio de Monterrey, explicó que el consumo promedio de agua en la entidad es de 165 litros por habitante al día, pero en municipios como San Pedro Garza García, el consumo promedio es de 300 litros. “Si tuviéramos un uso más razonable no habría problema, pero la gente se acostumbró a tener agua de calidad 24 horas al día”, señaló el funcionario.
Con la emergencia por esta crisis, ha sido inevitable recordar que, desde que era candidato, el hoy gobernador de Nuevo León, Samuel García, había prometido en su campaña que solo él era “el único que va a defender el agua de Nuevo León”. Ahora que se da cuenta de la realidad y que no toda la política se trata de caer bien en Instagram y en Tik Tok, se ha deslindado de su responsabilidad asegurando que “eso le toca a la CONAGUA”.
“Ahora resulta que la mentada de madre es porque no hay agua, como si a mí me toca el abasto del agua; pues no, señores”, fue lo que declaró el incompetente gobernador de la entidad al ser cuestionado sobre las acciones de su gobierno ante esta crisis.
Para esconderse de las críticas tras sus insensibles e irresponsables declaraciones, mejor decidió irse de turista a Los Ángeles, a la Cumbre de las Américas, donde tenía la firme intención de “pronunciarse ante el cambio climático”, pero ni siquiera lo dejaron pasar.
Tal es el nivel de manejo político de los representantes de Nuevo León cuando se trata del cuidado de los recursos naturales, y los resultados de sus decisiones ya están poniendo al borde de una crisis social a sus gobernados.