Los problemas en la cadena de suministros.
Se dice que quienes pertenecemos a las generaciones nacidas después de 1980 hemos estado expuestos constantemente a ciclos de crisis económicas, ya que no conocimos de manera directa la bonanza de la explotación de energéticos derivados del petróleo de las décadas anteriores.
Sin embargo, la llamada Gran Depresión, ocurrida hacia finales de 1929 con la caída de la bolsa de valores de Nueva York, sigue siendo catalogada como la mayor crisis financiera en la historia moderna del mundo. Fueron al menos diez años de una fuerte recesión y una caída en picada en la producción de bienes de consumo, mientras quienes perdieron todo se lanzaban de los edificios.
A pesar de que conocemos la historia, hemos dado por sentada la disponibilidad de todos los bienes que deseamos; basta con ir al supermercado y tomarlos de los anaqueles para llevarlos a casa. Con toda comodidad, obviamos la manera en la que esos productos llegan a nuestras manos, ignorando que existe toda una cadena de suministro que hace posible su existencia.
Las cadenas de suministro a nivel mundial han estado sometidas a fuertes presiones y cada vez se ve menos margen de maniobra, lo que ha provocado una escasez y elevado los precios de manera generalizada; no se trata solo de la visión tendenciosa de algunos sectores, sino que palabras como “crisis” y “escasez” se han estado instalando en la narrativa de la mayoría de los medios de comunicación, independientemente de su línea editorial.
Organizaciones internacionales como la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) y la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF), lanzaron recientemente una carta abierta para denunciar que las cadenas de suministro globales han comenzado a colapsar desde hace dos años con las cargas que la pandemia mundial ha metido a este sector.
El sector de transportes ha venido reportando escasez de trabajadores por despidos y presiones derivadas de medidas como las cuarentenas y el cese de actividades económicas.
Tan solo en Los Ángeles y Long Beach, dos de los puertos de carga más importantes del suroeste de Estados Unidos, se tiene contabilizada una acumulación de al menos 500 mil contenedores de envío esperando a ser descargados, y más del doble de esta cantidad están atracados en puertos chinos como Shanghái esperando a ser llenados y descargados.
Felices fiestas con escasez.
En medio de esta situación y como consecuencia inmediata, muchas tiendas minoristas están encendiendo sus alarmas en la víspera de la temporada de compras navideñas debido a los atascos en la cadena de suministros, mismos que han hecho más lento el envío de productos manufacturados en todo el mundo.
Desde pequeños tornillos, autopartes, equipo médico, e incluso el acero para las grandes obras de infraestructura, todo está escaseando. Vaya, hasta el pedido que realizaste en Shein y en Amazon, incluyendo la lista de regalos navideños, todo es susceptible de retrasos, o bien, podrían no llegar a final de cuentas.
Cerveza y otras bebidas alcohólicas, papas, tocino, chips para computadoras y consolas; todo está comenzando a escasear, y se prevé que las interrupciones en la cadena de suministro durarán al menos hasta 2023, en el mejor de los escenarios, según aceptó recientemente el CEO de Intel, Patrick Gelsinger.
Todo está tardando más en llegar, con los cuellos de botella que se están experimentando en los puertos de carga en China, de donde salen más del 80% de los productos terminados que inundan los anaqueles en Estados Unidos y de buena parte de América Latina y Europa.
Así que las fiestas de esta navidad podrían no ser tan felices para quienes se quedarán esperando sus regalos al pie de su árbol, si es que lograron conseguir alguno.
¿Es inminente el colapso?
Los economistas y analistas financieros quieren seguir siendo los lazarillos que guíen las decisiones económicas de la sociedad globalizada, sin aceptar que en realidad son más parecidos a sherpas ciegos que están llevando a los incrédulos hacia una peligrosa pendiente, de acuerdo con las visiones más fatalistas sobre la economía mundial.
Movimientos torpes como el del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de utilizar las reservas estratégicas de petróleo para manipular los precios y tratar de enfrentar así los retos energéticos para el invierno, son solo el reflejo de que las autoridades gubernamentales no tienen la solución a estos problemas.
Muchos de estos analistas precavidos y paranoicos, recomiendan tener un Plan B -e incluso un Plan C- ante lo que podría representar a nivel social y personal un desmoronamiento del sistema financiero internacional tal como lo hemos conocido en las últimas décadas, vaticinando escenarios parecidos a lo ocurrido en la Gran Depresión con el “crac” económico de 1929.
El ascenso de nuevas maneras en que le asignamos valor económico y significación a los bienes, con el surgimiento de las criptomonedas y otros mecanismos de ahorro virtual, debe ponernos en alerta para navegar en este entorno y entender cómo funciona.
A pesar de que se nos ha infundido hasta el cansancio el hecho de que tenemos que acostumbrarnos a la “nueva normalidad”, no debemos olvidar los duros golpes económicos que la pandemia ha dejado en prácticamente todo el mundo, lo cual puedes notar desde tu entorno cotidiano hasta meterte a analizar la situación económica mundial.
Los daños económicos de los últimos dos años son incalculables, y una nueva ola de restricciones que puedan dictarse de la noche a la mañana podría profundizar la espiral de miseria y depresión. Desde la punta de la pirámide hasta su base, la economía mundial se está tambaleando.