Haters gonna hate. Sobreviviendo al odio en redes sociales.

Todos tenemos algo que nos patea el hígado del coraje. Injusticias sociales, las medidas adoptadas por un gobierno, el éxito ajeno o la simple existencia de alguien distinto a nosotros. Con la expansión del uso del internet se han forjado las identidades del hater y el troll, personajes cuyo disfraz todos hemos usado alguna vez aun sin darnos cuenta, ya sea para reafirmar nuestra opinión o solo para llamar la atención. ¿Tú cómo has sobrevivido al odio en las redes sociales?

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¿Por qué tanto odio?

El arquetipo del hater está fundamentado en la constante búsqueda de atención. Pero quizá no está mal odiar algo, porque el odio es un sentimiento que puede aflorar en cualquier momento. El problema es cuando le damos demasiada atención que nos desvía de otras facetas de nuestra personalidad.

Cada una de las decisiones que tomamos en la vida, para otro serán tema de conversación y escarnio, la opinión que tengamos sobre algún tema, de igual manera generará detractores, es algo normal tener desavenencias, entonces ¿por qué odia el hater?

La inseguridad es algo muy presente en el hater, y se activará al ver que otra persona está haciendo lo que él quería en primer lugar, se sentirá tan incómodo habitando su propia piel que su salida será atacar todo lo que está a su alrededor.

Algunas personas se dan cuenta de sus inseguridades y trabajan para eliminarlas, algunos aprenden a vivir con ellas, mientras otros en lugar de mejorar deciden verter su odio en otros.  No se dan cuenta de sus pensamientos y de sus acciones, y no tienen ni idea de por qué, de repente, ya están posteando comentarios tan hirientes en el perfil de alguien que no conoce.

Para personas que han tratado su ira con ayuda profesional, una razón importante que las condujo al odio fue el sentir que sus vidas no tenían sentido o que no eran significativas en alguna forma, y es un dolor que se trata de ocultar con odio hacia los demás.

Quieren ser tú o tener lo que tú tienes, por eso que se convierten en críticos duros de lo que haces o piensas, sin saber que para muchos haters se convierten en los mejores fans. 

Sobreviviendo al hater.

Todo mundo se siente con la seguridad de tirar hate en redes sociales, que puede llegar con toda su ignorancia y su megáfono para gritar sandeces desde su perfil público. Aparentemente sin razón, los haters pueden llegar a odiar lo que sea que se propongan; pero siempre hay algo detrás, algo profundo en el comportamiento que determina las acciones del hater.

El mayor error que podemos cometer ante un hater es hacerles caso a sus comentarios malintencionados. Según tu fortaleza emocional y mental, podrías asumir que mereces el odio y puedes pensar en dejar de perseguir tus metas; por el contrario, el odio solo podría impulsarte a esforzarte más. 

La constante es que cuando alguien dirige su odio hacia ti, en realidad hay algo malo en esa persona y no contigo, y solo se está mostrando tan débil como es su núcleo emocional.

En el caso de los “cancelados” que vive el hate en carne propia, los haters lanzan amenazas como “te voy a matar”, “si te veo en la calle te voy a dar una putiza”, o hasta llegar al grado de conseguir fotos de familiares en su ubicación en tiempo real, con la amenaza de lastimarlos para amedrentar a quien se salió de la corrección política de turno.

Parece un pantano en el cual la alimaña más vil y rapaz sobrevivirá. ¿Qué han hecho gobiernos y tecnológicas para atender las expresiones de odio en línea?

La regulación del odio.

El odio en redes sociales trata de ser combatido desde distintos frentes y con distintas estrategias; pero silenciar el dolor emocional y psicológico de un hater será una tarea complicada.

Apenas los ministros de justicia en Europa junto con los gigantes tecnológicos de Meta y Google acordaron que es necesario un marco legal claro para poder unir esfuerzos y combatir con todo el odio en línea. 

En la Unión Europea la Ley de Servicios Digitales obligaría a las empresas tecnológicas a comprometerse más para combatir el contenido ilegal dentro de sus plataformas, imponiendo multas de hasta el 6% de la facturación global en caso de incumplimiento.

Al respecto, apenas la plataforma Twitter perdió un juicio en un caso de discurso de odio en Francia, donde se les exigió que ofrecieran detalles sobre cómo abordan el odio en línea que se da en las comunidades digitales del país.

Expertos en ciberpsicología han pedido que el troleo en línea de figuras públicas debe considerarse un “crimen de odio específico”, ya que los políticos y otras figuras públicas son regularmente los objetos de abusos por parte de los trolls que habitan las redes sociales.

Se han incrementado los linchamientos mediáticos y las cancelaciones, perpetrados por turbas cibernéticas con el objetivo de orillar al cancelado a abandonar sus redes sociales. El equilibrio que se busca alcanzar debe enlazar delicadamente la libertad de expresión, la libertad de pensamiento, y la censura, en una operación muy compleja.

En realidad, un gran aliciente del odio y la discordia entre la mayoría de los usuarios en línea es no saber distinguir entre una noticia falsa y una real, de las tantas que circulan en redes sociales; la información falsa, tendenciosa o errónea son fuente de discusiones que terminan por mostrar lo peor de nosotros.

Los mensajes de odio, las amenazas de muerte, los crímenes de odio, la difusión de filosofías extremistas, el racismo; hasta la burla contra alguien estúpido, feo y torpe que apareció en algún video. Todo esto puede encarnar el odio manifestado en el entorno digital, donde es cada vez más común la normalización de grupos y perfiles de redes sociales donde se fomenta el odio hacia personajes o comunidades específicas.

Los expertos asumen que las redes sociales se “autorregulan” conforme las tendencias del comportamiento que adoptan los usuarios. Lo cierto es que la sensatez y gobernanza que puedan tener los haters no están garantizadas.

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