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El fuego de la indignación consume las iglesias en Canadá. - Blow

El fuego de la indignación consume las iglesias en Canadá.

El verano arrancó demasiado caluroso en Canadá. No te hablamos de la ola de calor sin precedentes que ha dejado más de 500 muertos en los últimos días, sino de la quema de iglesias católicas que han estado llevando a cabo grupos radicales y activistas, iniciada tras el hallazgo de cientos de cadáveres de niños indígenas que pertenecían al sistema escolar residencial promovido por el gobierno desde mediados del siglo XX.

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El comienzo del fuego.

Desde el Día Nacional Indígena en Canadá y a partir de los últimos días del mes de junio, los incendios de iglesias católicas comenzaron en la provincia de British Columbia. Fue al sureste de esta región donde fueron descubiertos los restos de 215 niños en fosas comunes, en los terrenos de una antigua residencia escolar en Kamloops.

Posterior al anuncio de esos primeros hallazgos, el jefe Cadmus Delorme de la Primera Nación Cowessess dio a conocer el descubrimiento de al menos 750 fosas en la antigua residencia escolar Marieval Indian en la provincia de Saskatchewan, a unos mil 600 kilómetros de Kamloops, el lugar donde se localizaron los primeros restos.

De acuerdo con este jefe “hay mucha ira aquí contra la iglesia católica. Hay mucha culpa por lo que les ha pasado a los niños”. Al mismo tiempo, muchos miembros de estas comunidades han quedado devastados por el incendio de las iglesias, ya que eran parte de su vida comunitaria y no han tenido reparo en asegurar que quienes hayan llevado a cabo estos ataques están en un error.

Lo cierto es que mientras para muchos, sobre todo a los espectadores internacionales, es un motivo de celebración el que la indignación se haya manifestado quemando iglesias, la mayoría de los miembros de las naciones originarias de Canadá están recogiendo las piezas de lo destruido. Ha sido el caso de la nación Gitwangak, donde se aseguró que la iglesia anglicana no tenía conexión con las escuelas residenciales, pero aun así los vándalos regresaron a quemar el templo anglicano de la comunidad.

Para los críticos de estas maneras de protestar, los responsables no pueden ser otros que “jóvenes rebeldes”, y es claro que “se trata del mismo grupo de personas, ¿por qué lo hacen al cobijo de la oscuridad? Porque es un acto criminal y ellos son criminales”. Mientras que los defensores de la libre expresión y la búsqueda de justicia, se debe ir al fondo del asunto y tratar por separado los temas: hacer justicia para los restos de niños que fueron encontrados y llevar a los tribunales a los responsables de los actos vandálicos contra los templos religiosos.

Foto: Twitter @activista7

La cultura indígena canadiense y las escuelas residenciales.

En Canadá había existido una cultura prohibitiva sobre las tradiciones de los pueblos indígenas originarios, reflejado en el sistema escolar residencial, que consistía en alejar a los niños indígenas de sus familias, sus tradiciones y su cultura para insertarlos en la construcción cosmopolita y blanca que promovía el gobierno canadiense.

Ha sido por esta razón que la cultura y las tradiciones de estos pueblos siempre nos ha llegado mediada por la mirada del poder en turno, y en realidad nunca hemos conocido su verdadero rostro. 

El poder de la iglesia para marginar, discriminar y usufructuar a minorías como en el caso de los indígenas es algo con lo que, de alguna manera, seguimos viviendo en países con una preponderancia católica. Nada de esto tiene que ver con la fe de las personas, sino que se debe a la propia injerencia de la iglesia en los asuntos políticos de los países en donde tiene presencia.

Ahora, mientras el gobierno canadiense está lidiando con el descubrimiento de más de mil tumbas sin identificar de niños indígenas en los sitios de antiguas escuelas residenciales, muchos han dirigido su dolor y su enojo contra la Iglesia Católica, porque era la que dirigía más de la mitad de las escuelas que promovían este tipo de educación para los niños indígenas por todo el país.

Desde el siglo XIX y hasta 1990, más de 150 mil niños indígenas se vieron obligados a asistir a escuelas financiadas por el estado, como parte de una campaña de “asimilación” para insertarlos por la fuerza a la sociedad canadiense. 

Más de la mitad de estas escuelas quedaron en manos de la Iglesia Católica, donde miles de niños encontraron la muerte por enfermedades, negligencias y otras causas. De hecho, las enfermedades y el hambre eran problemas cotidianos en estas escuelas, y muchos de los sobrevivientes han descrito el abuso físico y sexual que sufrieron, frecuentemente a manos de sacerdotes y de laicos católicos.

Esta quema de iglesias ha dejado en un conflicto profundo a las comunidades indígenas, ya que las iglesias para ellos pueden contener significados contradictorios. Por un lado, son espacios respetados porque fueron construidos por sus antepasados, donde se bautizaron y enterraron generaciones enteras; pero también representan la destrucción de la cultura indígena y más de un siglo de miedo y toda clase de abusos.

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