La necesidad de un espacio para amar.
Las expresiones de la sexualidad en la cultura japonesa tienen un trasfondo histórico muy basto, con tradiciones y expresiones que se siguen guardando hasta hoy, a pesar de la apariencia que para muchos pueda tener el comportamiento de los japoneses, que muchas veces son asimilados como tímidos o en demasía respetuosos.
El periodo Edo en Japón (1603-1867) dejó un legado muy significativo para la cultura japonesa en general, y en especial en el terreno de la sexualidad. Durante este periodo floreció el arte de estampas y xilografía llamado ukiyo-e, que en su variante shunga tuvo como objetivo representar escenas eróticas y sexuales explícitas.
Desde este periodo, cuando todavía existían los samuráis, ya se contaba con servicios de alojamiento de estancias cortas para que los hombres pudieran estar con prostitutas. Fue hasta principios del periodo Showa (1926-1989) que los hoteles empezaron a implementar el sistema de estancias cortas o largas ya de manera oficial; aunque estos servicios desaparecieron durante la guerra.
Luego de la Segunda Guerra Mundial y la reconstrucción del país comenzó un crecimiento acelerado de la población urbana, que hizo necesaria la construcción de hoteles y estancias, mismas que vieron un negocio en ciernes cuando notaron que muchas parejas solo se quedaban unas cuantas horas en lugar de toda la noche.
El sistema de funcionamiento del love hotel contemporáneo (rabuho en japonés) dio inicio como tal a hacia principios de los setenta del siglo XX.
El boom de los love hotels puede explicarse si recordamos la disposición del espacio que tienen las casas japonesas tradicionales, donde no hay cuartos individuales. Era común que toda la familia viviera junta en una casa, cambiando el sentido de cada espacio dependiendo de los muebles que se colocaran; es decir, la sala de la mañana se convertía en comedor a media tarde.
Por eso los love hotels se convirtieron en una valiosa oportunidad para que las parejas pudieran estar a solas y hacer lo que quisieran, sin el temor y vergüenza de que el abuelo, los hermanos y los padres escucharan -o incluso vieran- todo lo que sucedía en la intimidad.
¿Por qué quedarte en un love hotel si vas a Japón?
Con el paso del tiempo, la imagen común de que los love hotels son sitios vulgares y sucios se fue borrando. Actualmente incluso existen planes para personas solas que solo quieren pasar un momento desconectadas de la ciudad, hasta planes para “noche de chicas”.
Son hoteles especiales donde ofrecen todo lo que una pareja requiere para tener una noche de pasión, con servicios y artículos que difícilmente encontrarás en otros hoteles. Incluso si en tu viaje a Japón no tienes la intención de usar un love hotel con fines románticos, hay varias razones por las que deberías vivir la experiencia de quedarte en uno.
Para empezar, son baratos en comparación con otros alojamientos, puedes quedarte el tiempo que necesites, te dan todas las amenidades y facilidades que puedas imaginarte, y por si fuera poco los cuartos en su mayoría son a prueba de ruido.
Están increíblemente amoblados, desde que originalmente fueron diseñados para parejas que quieren tiempo a solas. Te sorprenderá encontrar en tu habitación pantallas gigantes, video juegos, karaoke, máquinas para masajes, baño de burbujas; además de todo lo que necesites para satisfacer a tu pareja.
Debido a la alta rotación de estancias cortas, el poco personal del lugar y las zonas donde están ubicados, los love hotels resultan ser más baratos que otras opciones de alojamiento, a pesar de todas las facilidades y amenidades que ofrecen. Incluso la recepción de muchos love hotels está automatizada, y si llega a haber alguna persona atendiéndote no podrás verle el rostro.
Los inconvenientes de un love-ho.
Aunque en su mayoría son espacios muy cómodos y con muchas facilidades y amenidades, hay algunas precauciones que debes considerar si quieres alojarte en un love hotel.
Muchas veces las ubicaciones de un love hotel pueden ser un problema, sobre todo para los turistas extranjeros, las reservaciones pueden no estar disponibles, y no puedes salir durante tu estancia en la mayoría de los casos.
Por ley, estos hoteles no pueden construirse cerca de escuelas, hospitales o áreas residenciales, y la mayoría están lejos de zonas céntricas, inclusive pueden estar a diez minutos de la estación de transporte público más cercana; aunque no hay nada que un taxi no pueda solucionar en este caso.
También es común que te encuentres con un sistema de cobro de pospago basado en el tiempo que lo utilizaste, por lo cual muchos de estos establecimientos prohíben que los huéspedes salgan para prevenir que se vayan sin pagar. Cuando decides quedarte toda la noche se activa un sistema de prepago que sí permite que puedas salir y volver durante tu estancia.
En su novela After Dark, Haruki Murakami nos dejó una descripción del Alphaville, el love-ho al que acude Mari Asai a auxiliar a una prostituta que fue golpeada por un cliente. Con el anonimato a su favor, los clientes que llegan al Alphaville escogen del panel de fotos de la recepción la habitación que más les guste oprimiendo un botón para retirar la llave.
Se dirigen al ascensor y llegan a la habitación sin la necesidad de ver o hablar con nadie más, ni dejar sus datos de registro. Pueden comprar cerveza, sake, ropa interior de máquinas expendedoras y todo lo que se imaginen sin ser molestados.
Ahora que los conoces un poco, esperamos que disfrutar de la privacidad y comodidad de un love-ho no te convierta en un pervertido golpeador de prostitutas.