Bitcoin City, el futuro del gobierno más cool en El Salvador.

¿Te imaginas siendo el mejor trader de bitcoins viviendo en tu propia ciudad utópica bajo el gobierno del “presidente más cool del mundo”? La posibilidad podría estar más cerca de lo que piensas, aunque mientras unos ven el futuro en ello, otros están viendo la decadencia del modelo de ciudades tal como lo conocemos actualmente.

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¿Bitcoin City es la puerta al futuro para El Salvador?

Sustentabilidad y tecnología son los sólidos cimientos sobre los que será erigida Bitcoin City, de acuerdo con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. 

En el municipio de Conchagua, frente al Golfo de Fonseca, Bitcoin City sería financiada con criptomonedas, de acuerdo con el plan presentado por el gobierno salvadoreño, que no solo sería una utopía sino una ciudad real dentro de una municipalidad.

El plan es emitir bonos por más de 15 mil millones de dólares para la infraestructura que requerirá la ciudad, y se espera que este 2022 arranque la construcción del proyecto. El paraíso futurista que se espera sea Bitcoin City será autosuficiente con energías renovables, mediante la puesta en marcha del proyecto geotérmico en el Volcán de Conchagua.

Además, se prevé que solo existirá el IVA como impuesto único, y se eliminarían todo tipo de tasas y gravámenes municipales, el impuesto sobre la renta, los impuestos a las ganancias, así como las propiedades libres de impuestos. 

La idea parece tener un sustento real, luego de que en septiembre pasado El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en aceptar al bitcoin como moneda de curso legal, lo que ha despertado la atención mundial. Organismos internacionales expresaron sus dudas ante esta medida, generando grandes interrogantes que se ciernen sobre el proyecto.

La volatilidad inherente al bitcoin es un factor de riesgo latente para la economía de El Salvador, porque sería un caos si las arcas nacionales se deprecian al ritmo tan dispar con que pueden depreciarse las criptomonedas. 

Incluso el Fondo Monetario Internacional ya hizo un llamado a El Salvador a dejar de usar el bitcoin como moneda de curso legal, amenazando con que no le otorgaría ningún préstamo soberano de continuar con su uso.

En cuanto al tema energético, cada año la producción de bitcoin a nivel mundial genera el mismo CO2 que países como Chile o Bélgica, convirtiéndolo en un enemigo de los esfuerzos internacionales por frenar el calentamiento global, siendo que El Salvador es un país que consume más energía que sus capacidades ecológicas.

Además, el hecho de que exista solo el IVA como impuesto único hace pensar en que los más afectados serían los más pobres, poniéndonos en la cabeza las imágenes de las ciudades distópicas y cyberpunk de las películas. ¿Todas las desigualdades que esto podría generar podrían tener solución solo teniendo a un gobernante cool y posmoderno?

Bukele y el culto a lo “cool”.

Desde que asumió la presidencia en 2019 a sus 37 años, Nayib Bukele se ha preocupado por construir una imagen “cool”, con su gorra volteada para atrás, manejando la política interior con tuits y dando entrevistas a youtubers famosos.

El público joven comenzó a notarlo y darle una aprobación que alcanzó hasta el 80%, popularidad que capitalizó en las elecciones legislativas de 2021, lo que le permitió controlar la Asamblea Nacional mediante una mayoría aplastante. 

Seguramente muchos salvadoreños quedaron deslumbrados y comenzaron a rendirle culto al “presidente más cool”, luego de décadas de gobiernos que han tenido que lidiar con la violencia, con una tasa altísima de homicidios que en 2015 alcanzó más de 30 diarios. Ahora, bajo el mando de Bukele, se redujo drásticamente a menos de 4. 

Las mejoras visibles en temas de seguridad, junto a una economía que estima crecimientos superiores al 9% mediante el modelo impulsado por Bukele, le ha dado esperanza a un pueblo que había estado sumido en una espiral de pobreza y violencia.

A la par del ascenso meteórico de su popularidad, organizaciones y periodistas han llamado la atención sobre algunos rasgos del joven presidente, como lo ocurrido a principios de 2020 cuando irrumpió en el Parlamento con ayuda de elementos militares, para tomar el lugar del presidente de la Asamblea. 

Para el año siguiente, Bukele promovió una ley para jubilar a jueces de más de 60 años o 30 años de carrera, con la supuesta intención de nombrar a magistrados afines, con el fin de asegurar la reelección en 2024.

Ante las críticas, Bukele tuvo la ocurrencia de ironizar al cambiar su biografía en Twitter, colocándose como “El dictador más cool del mundo mundial”, lo cual le trajo simpatías y memes al por mayor, pero que en realidad son amenazas reales a la vida democrática no solo de El Salvador, sino de toda la región centroamericana.

Bukele ha sabido cómo capitalizar con su carisma el descontento social, pero esto no es nada nuevo sino una envoltura distinta del arquetipo del dictador latinoamericano. 

La incógnita sería hasta dónde los salvadoreños estarían dispuestos a llegar, dentro de un proyecto como Bitcoin City que se parece más a una antigua ciudad-estado griega, aislada en su burbuja y gobernada por la tecnología y la especulación. Quizá no sería un gobierno tan cool.

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