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Pleasure: lo natural y lo artificial de la industria del porno. - Blow

Pleasure: lo natural y lo artificial de la industria del porno.

Pleasure, la ópera prima de Ninja Thyberg llegó a la plataforma MUBI este junio, generando un debate por el foco que pone sobre la industria pornográfica. Para algunos mostró con naturalidad el manejo del negocio de las productoras, y las agencias de modelos y actrices, y para otros creó un punto de vista artificial sobre los verdaderos riesgos de esta industria. ¿Tú ya la viste?

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Pleasure, el retrato de una industria.

Pleasure cuenta la historia de Linnéa (Sofia Kappel), una chica sueca de 19 años que bajo el nombre artístico de Bella Cherry viaja hasta Los Ángeles convencida de querer entrar de lleno a la industria del cine para adultos y convertirse en la mejor actriz porno.

Partiendo del contexto de la industria pornográfica y sus efectos en los realizadores y los consumidores, el tema principal que toca esta cinta es la ambición -pero no de dinero ni de fama- sino de superar el contexto en el que nos desenvolvemos.

Bella Cherry no puede determinar cuál es su verdadero interés por superar a su competencia, y se ve envuelta entre amistades envidiosas y traicioneras, todo enmarcado en una atmósfera opresiva de violencia, donde se desdibujan los límites entre la integridad personal y la violencia que se ejerce en el set de filmación, en la convivencia entre actrices, o en las oficinas de los productores.

La película huye del argumento típico de la chica que es abusada siendo niña y que por eso está rota y enojada con la vida, y que en respuesta a eso busca entrar a una industria como la del cine para adultos a consecuencia de un trauma y como forma de venganza personal y social. 

El conflicto de Bella Cherry es que en realidad no sabe si está por el dinero que pueda dejarle el trabajo en esa industria, por alcanzar la fama a base de su imagen y arrojo en las escenas, o porque simplemente disfruta del placer del sexo.

Como toda industria sumergida en el modelo capitalista, el porno alienta la competencia sin escrúpulos, donde quien esté dispuesto a hacerlo todo obtendrá la recompensa del éxito.

El poder de mediar el placer.

Ninja Thyberg alcanza con esta cinta puntos muy destacables en cuanto a la realización y la producción, puesto que incorpora ritmos distintos, así como técnicas que son usadas en el cine para adultos como el P.O.V. (point of view) y que le dan un realce a lo que intenta explicarnos en cada escena, ilustrando cómo desde lo técnico la industria puede manipular nuestra capacidad de disfrute.

Además, nos deja ver a través del personaje principal cómo es el set de filmación de una escena para adultos, y sobre todo entender cómo una actriz de esta industria puede llegar a sentirse en ese ambiente.

Explora por igual la posibilidad de revisar quién realmente está mediando el acceso al placer sexual, si somos los consumidores con nuestro poder artificial de decisión, o la industria que nos bombardea sin descanso.

El hecho de mostrar en una escena los contratos legales que se tienen que firmar para cada filmación nos deja ver el racismo presente en las etiquetas que se manejan en la industria. Por ejemplo, se resalta que la categoría “interracial” entra dentro de la cláusula de “sexo extremo”, como si tener una escena con una persona negra fuera algo más “hardcore” y se tenga que fijar otro tabulador.

Si bien se trata de la mirada de una mujer sobre su inserción en esta industria, no se puede dejar de lado que la perspectiva de Thyberg apela al porno mainstream, y no se explora la existencia de otro tipo de productoras que tienen posturas más éticas con los performers, como el caso de Pink Label.

Algo que queda muy claro en este largometraje es que la violencia siempre es la moneda de cambio en las negociaciones entre las actrices y las productoras, más allá del pago por una escena.

El hecho de pensar en qué tanto están dispuestas a soportar se refleja en un par de escenas donde se explora la diferencia entre prácticas como el BDSM y el abuso real, donde se manifiesta la manipulación psicológica que pueden sufrir las actrices durante un rodaje, lo que también se convierte en una manera de ejercer poder.

El trabajo y el placer.

Quizá tu consumo de pornografía sea más consciente después de tener retratos de la industria como el que muestra Pleasure. 

Siempre quedará en nosotros la responsabilidad sobre lo que consumimos, si queremos entenderlo como “algo natural” o darnos cuenta de que realmente es un artificio construido para que lo veamos de la forma en que la industria nos lo quiere mostrar. Esto porque nos cuesta trabajo encontrar el placer por nosotros mismos.

En palabras de la directora, su intención ha sido centrarse en el porno feminista a falta de una representación positiva de la sexualidad humana, ya que siempre se ha retratado de manera victimizada la presencia femenina, a pesar de ser el cimiento de la industria del porno.

Entre mostrar la realidad natural de la industria, o construir una mirada artificial para tapar sus horrores, Thyberg estuvo consciente todo el tiempo de que muchas de las cosas que creemos que pasan en el porno realmente son así. “Hay oscuridad, pero también luz. Todo tipo de gente. Mucha diversidad. Puede ser liberador, pero también opresor. Hay abuso, pero también lo contrario”, explicó.

En la escena inicial de la película un agente de migración le pregunta a Linnéa a qué viene a Los Ángeles, si por placer o por trabajo, a lo que ella responde que “por placer”. Pero tras su periplo por la industria y vivirla desde dentro, parece encontrar una respuesta que la hace “bajarse”, haciéndonos pensar que ya no le importan ni el trabajo ni el placer.