De paseo por los inframundos, del Mictlán al Naraka.

¿A dónde van los muertos? La incógnita sobre el destino final de nuestros seres queridos ha tratado de ser respondida desde distintas culturas. Te invitamos a dar un paseo por los inframundos, desde el Mictlán al Naraka, pasando por el Hades y el Valhalla.

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Mictlán, el inframundo mexica.

El Mictlán es el símbolo mítico del eterno descanso para los muertos dentro de la cultura mexica, que en realidad es la etapa final de un recorrido por nueve sitios hasta llegar a la morada de Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, el señor y la señora de los muertos. Se supone que es un viaje de cuatro años para llegar al Mictlán, llegando a la penúltima estación acompañados de un perro pardo para cruzar el río hacia la otra dimensión.

El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, encargado del Proyecto Templo Mayor, ha reconocido que el destino final de las “esencias” (no “almas” como se concibe desde el pensamiento cristiano), se determinaba entre la cultura mexica por la forma de morir, y no depende del dilema sobre si la persona fue buena o mala.

Si se era un guerrero caído en alguna batalla, una joven mujer que perdía la vida durante su primer parto, o un niño arrebatado por algún accidente o fallecido dentro del vientre materno, estas esencias tendrían destinos distintos, de acuerdo con las circunstancias de su muerte.

Entre el Seol y el Hades.

Dentro de la biblia existen más de setenta menciones a los términos sche’ohl o háides, en hebreo y griego respectivamente, para hacer alusión a la muerte.

Con frecuencia han sido confundidos ambos términos, porque no solamente aluden al sepulcro, a los cementerios, a las tumbas o fosas comunes, sino a “algo más grande, que no tiene límites”. Se refiere más a un lugar simbólico en el que la mayoría de la humanidad dormirá el sueño de la muerte para después ser despertados a la resurrección.

Contrario a las versiones maniqueas que aparecen en la liturgia cristiana y católica -donde los pecadores van al infierno y las personas buenas al cielo-, la Biblia señala que el Seol es un lugar relacionado con la muerte de la cual se puede resucitar, donde están adoradores del Dios bíblico y también quienes no lo adoraron, asegurando que habrá resurrección “así de justos como de injustos”.

De Hel al Valhalla.

Dentro de la mitología nórdica, el Valhalla -o Valhöll- se representa como el lugar de descanso de los guerreros que murieron sirviendo al dios Odín. Descrito como un palacio desbordante de hermosura techado con escudos, funciona como una estación donde los guerreros caídos en batalla esperan su turno para el Ragnarok, la gran guerra del fin del mundo a la que convocará Odín.

En realidad, el Valhalla solo sería el salón de muertos para Odín y no representa todo el inframundo que imaginaron las culturas nórdicas. 

Hel fue el nombre que se le dio al mundo de los muertos, pero también se usó esta palabra para nombrar a la diosa de la Muerte. En las distintas secciones del Hel -también referido como Niflheimr- podrías encontrarte costas llenas de cadáveres, un castillo repleto de veneno de serpientes para castigar a adúlteros, violadores y asesinos, además de dragones alimentándose de la sangre de los pecadores.

Estas visiones son el reflejo del pensamiento nórdico para tratar de asimilar las dimensiones que tiene la muerte. Al igual que en la mayoría de las culturas, el más allá es complejo de pensar y se expresa de múltiples maneras.

Naraka, el inframundo budista.

Siendo un vocablo procedente del sánscrito, Naraka hace referencia a la idea del mundo de los muertos dentro de varias ramas del budismo y el hinduismo.

Existe la creencia de la existencia del nirvana para quienes vivieron sin apegos, un estado de paz completa y libre de sufrimiento; los que no rompan la cadena en vida, llegarán al Naraka, equivalente al infierno.

Yamma, el dios del Naraka, estará administrando los castigos de acuerdo con el karma de cada recién llegado. Si bien en el budismo no se cree en un castigo eterno, los visitantes del Naraka estarán ahí de acuerdo con su carga karmática y cada castigo tendrá distinta intensidad y nivel.

Por ejemplo, si hubo relaciones sexuales con personas de distinta casta, esto se castigaría en el Naraka teniendo que abrazar una estatua de hierro al rojo vivo; o si una esposa engañó a su marido sería tirada a un abismo una y otra vez; o bien si un funcionario usaba su puesto para obtener beneficios indebidos sería sumergido en un río de sangre, orina y excremento.

No importa a qué inframundo vayas. Todo viene y se va, y mientras más rápido entendamos este principio disfrutaremos nuestro ser momentáneo, porque ningún estado del ser, aquí o después, es eterno. 

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