Se acabó el mes del terror sísmico en México.

Gaia, la Madre Tierra, se ha ensañado especialmente con México durante algunos septiembres. Es amargo recordar las escenas de terror y dolor que han dejado los sismos en el país desde 1985, y cada que suena la alerta sísmica sabemos que la amenaza se hace presente, provocando una oleada de terror sísmico entre la población.

derek-lee-TfkWkEQ530g-unsplash (1) Terror Sismico (1)

¿Por qué en septiembre?

Pensar en la idea de un terror sísmico podría sugerir una etapa del “horror cósmico” de Lovecraft; como si la inefable deidad Cthulu fuera emergiendo con lentitud desde las profundidades marinas e hiciera temblar la tierra cuando salen sus tentáculos a la superficie para tocar el suelo.

Son muchas las imágenes y explicaciones que todos nos hemos planteado y teorizado al respecto cuando se presentan temblores tan seguido y tan fuertes. No concebimos que en un mes particular e incluso en días específicos las placas tectónicas hayan decidido hacernos saber que necesitan moverse con fuerza.

Por supuesto, no hay una explicación científica que determine el por qué han ocurrido los movimientos telúricos de esta forma, ya que son un fenómeno impredecible. Pero, aun así, para los mexicanos septiembre sigue siendo considerado como “el mes de los temblores”.

Desde el fatídico sismo del 19 de septiembre de 1985, que dejó decenas de miles de víctimas, hasta el recordatorio más reciente del 19 de septiembre de 2017, que cobró otros cientos de almas y nos dejó con miles de damnificados, el terror sísmico se instauró en la mentalidad de los mexicanos, sobre todo en la Ciudad de México.

Esta sensación de terror volvió a presentarse el pasado 7 de septiembre de este 2021, cuando un sismo de 7.1 grados sacudió nuevamente la capital del país, exactamente el mismo día cuando en 2019 también se registró un fuerte movimiento de 8.2 grados, preámbulo al que se registró ese mismo año tan solo 12 días después y que sí cobró vidas.

Pasado este sismo más reciente, para muchos fue inevitable esperar que se presentara otro sismo fuerte en los próximos días, pero esto no ocurrió todavía.

En realidad, como autoridades del Servicio Sismológico Nacional y de la UNAM han explicado hasta el cansancio, los sismos no pueden predecirse, y tenemos suerte de que los sistemas de sensores sísmicos actúen y nos alerten algunos segundos antes de un evento superior a los 5.6 grados.

Es comprensible que para muchos la alta incidencia de sismos potentes pueda ser considerada como una “señal”; desde las interpretaciones religiosas de que “se acerca el final de los días”, hasta los defensores de teorías de conspiración que aguardan por el exterminio de la raza humana a manos de una raza superior de reptiles, o la llegada de seres de otros planetas.

Por lo pronto, podemos dejar de pensar que “septiemble” es el mes de los sismos, porque en realidad y de acuerdo con los registros, es otro el que tiene ese récord.

El terror sísmico y las señales de algo más grande

Cuando el pensamiento colectivo no encuentra una explicación científica que le haga sentido, aflora en él la tendencia a “mirar las señales”. 

Luces en el cielo, cargas energéticas, movimiento de los astros, fenómenos políticos y sociales; todo suma para tratar de entender por qué ocurren eventos sísmicos, como si necesitáramos saber por qué se nos está castigando de esa manera.

Hay quienes ven en la desmoralización de la sociedad, -supuestamente reflejada en la legislación sobre la permisividad del matrimonio entre parejas del mismo sexo, la despenalización del aborto, entre otras iniciativas- la causa principal por la que se está acelerando el fin de este mundo.

La declaratoria mundial de pandemia y eventos como los grandes terremotos y otros fenómenos naturales enfatizan en una porción considerable de la población la tendencia a estos pensamientos de orden mágico o profético.

Los simpatizantes de las teorías de conspiración aprovechan cada evento sísmico para enarbolar todo tipo de explicaciones, mediante las relaciones de causas y efectos más inverosímiles, haciendo cuadrar todo para demostrar su argumento.

La supuesta existencia de HAARP como un gran mecanismo capaz de provocar desastres naturales en cualquier punto del planeta, así como la instalación de las redes 5G en varias latitudes ha incrementado el terror y el temor entre quienes no se han detenido a analizar cuidadosamente esas aseveraciones.

Algunas autoridades científicas han descartado que septiembre sea el mes de los sismos en México, ya que, de acuerdo con los reportes históricos del Servicio Sismológico Nacional, en los últimos 121 años ha sido el mes de diciembre en el que más sismos de fuerza considerable se han presentado. 

En los meses de diciembre se han registrado 12 eventos de consideración, mientras que septiembre se queda en segundo lugar con 11, seguido del mes de junio en cuanto a incidencia de sismos en el país. Así que no, septiembre no es el mes de los sismos y solo es nuestra predisposición lógica por las experiencias que nos han tocado vivir.

La temporada de lluvias tampoco es un indicador de la eventualidad de un sismo, ni mucho menos el cambio climático tiene una correlación directa con los terremotos. Desde las disciplinas científicas se sigue estudiando para afinar los instrumentos de medición, recomendar mejores métodos de construcción y organizar a la sociedad civil en los protocolos adecuados, para contrarrestar los rumores que cunden en el ideario popular.

Si pensaste que cuando septiembre terminó la amenaza desapareció, ahora sabes que es diciembre el mes de mayor incidencia telúrica. 

No te paniquees cuando escuches un ruido similar al de la alerta sísmica y empieces a ver todas las señales de un inminente fin; debes mantener la calma para no sucumbir ante el terror sísmico.

¿Te gusta lo que ves? ¡Compártelo!